RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 9 de agosto de 2016

VIERNES 5: ESTRENANDO LAS SAUCONY PEREGRINE Y ACUMULANDO 97 KILÓMETROS EN LA SEMANA

Hacía mes y medio que me las había comprado, pero las tenía allí metidas en la caja, esperando la ocasión para probarlas. Mientras tanto había estado explotando las Mizuno Wave Rider, usándolas para todo: asfalto, tierra, terreno técnico, tiradas largas, cortas, cambios de ritmo, y la verdad es que deseaba que las Saucony, destinadas a trails y ultrafondo, me salieran tan buenas como estaban resultando las Rider. Salí de casa tarde, a eso de las 20:40, y tan sólo tenía que hacer un entreno corto y poco intenso, esas eran mis pretensiones para cerrar una buena semana en la que ya sumaba 86 kilómetros. Cogí dando rodeos, el Camino del Peral y las sensaciones no iban siendo del todo buenas, aunque tampoco lo podía achacar a las zapas, que por otra parte tenían un tacto cómodo, pero sintiendo el terreno. Por el camino su comportamiento se multiplico en bondades, y desde las primeras zancadas sobre tierra te piden marcha. Yo no se la dí, no tenía muchas ganas de dejarme la piel, me sentía cansado. Llegados a las caballerizas tiré por el camino de la derecha y crucé la carretera tirando luego a la derecha hacia la escombrera. Ya en ese momento las sensaciones habían cambiado a mejor y me sentía con menos carga y más fuerza, así que metí dos marchas más y fue entonces cuando comencé a sacarle juego a las Saucony. En el Carril del Yeso me ví echando carreras y me puse a buen ritmo de crucero, aún me quedaban algo menos de 5 kilómetros y éstos los hice exprimiendo mucho más. Llegué a casa bastante contento por haber tenido un entreno de menos a más, también por el excelente comportamiento de las zapas, que se me acoplaron como guantes y sobre todo por haber cuajado unos magníficos 97 kilómetros a lo largo de la semana, cifra que ya no recordaba cuando fue la última vez que alcancé. 

Se nota que ya no hay lesión, pero en mi debe he de decir que tengo que estirar más para evitar que vengan viejos fantasmas en forma de nuevas lesiones.


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