RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 9 de agosto de 2016

LUNES 8: DURO DOBLAJE Y LAS PIERNAS CARGADAS

Ayer lunes me levanté para trabajar un rato, pero pronto me calcé las zapas y a eso de las 11:20 salía dispuesto a hacer una tirada más larga de lo habitual entre semana. Cogí la Avenida de las Tinajas, pasé por el Cerro del Ángel, vía de servicio y camino por detras de los cerrillos de la Aguzadera, bajé hasta el Carril del Yeso y tiré hacia la Vega. Todo a buen ritmo medio. Llegué al Peral bastante insolado y deshidratado así que el agua fue generosa conmigo en la fuente. Subí por donde el día anterior habíamos subido Merche y yo y me fuí directo a casa. No perdí el ritmo en ningún momento y me encontré fuerte, aunque no era cuestión de forzar mucho. Un total de 17,25 kilómetros bien currados que me dejaron las piernas algo cargadas. Pero ya a eso de las 20:30 decidí doblar, me volví a calzar las zapas y me fui al Parque Cervantes para "descalentar" o al menos eso quería. Ví a un viejo amigo, Leandro Pintado y nos pusimos a correr juntos, pero no muy fuerte; el problema es que nos cruzamos con otros dos conocidos y nos unimos a ellos, y éstos llevaban dos marchas más, así que me tocó dar tres vueltas al parque a un ritmo aproximado de 5´ el kilómetro; demasiado para mi cuerpo después del tute de las últimas horas. En cualquier caso mi organismo, y sobre todo mis piernas, respondieron bien. Regresé a casa ya suavito y me sentí con la misión cumplida. En apenas 38 horas había hecho más de 61 kilómetros.


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