RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 21 de marzo de 2016

DOMINGO 20: UN ENTRENO PARA OLVIDAR. ¿Y CUÁNTOS VAN?

Tocó salir juntos, Merche y yo, y en esta ocasión pensé que correría suave con ella en un circuito de 15 kilómetros, pero desde el inicio "nació de nalgas" y Merche se encontraba pesada como una losa, sin fuerzas, no podía con su peso. Había descansado el sábado y para mi era inexplicable que le sucediera eso, así que cuando llevábamos 3 kilómetros y medio a ritmo cansino dio media vuelta y regreso al pueblo por el Camino de Ruidera. Allí me quedé solo sin ganas de enfrentarme a un entreno más exigente, porque en realidad yo también estoy cansado y me siento sin chispa; pero tocó apretar y eso hice. Me vi subiendo forzado sin ganas, con molestias en las piernas e incluso en la cintura, otra vez la cintura. Al regreso a casa por el Camino de las Casas de Santa María las sensaciones no mejoraron, de hecho a cada tos sentía gran dolor en la cintura, que me invitaban a parar y escupir. Me costó terminar los dichosos 15 kilómetros que sentí casi como si fueran una maratón mal terminada. 

Muy negativo este entreno, muy negativo todo. No sé que he hecho mal, creo que nada, simplemente mi cuerpo no me deja avanzar, y me preocupa también lo de Mercedes. Cabe que todo se deba a que 7 días antes nos habíamos vaciado en la montaña y quizá no estemos recuperados.


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