RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 13 de febrero de 2016

SÁBADO 6: 15 KILÓMETROS Y EL VIENTO

Con la satisfacción que suponía el haber cerrado una buena semana de 97 kilómetros acumulados, pero también con la carga muscular del tute del día anterior, salía a correr aquel ventoso sábado. De partida ya sabía que no iba a ser un gran entreno, pero es lo que tiene esta etapa mía que estoy viviendo: no me preocupo demasiado. Traté de mantener un ritmo digno por el Camino de Membrilla hasta que en el kilómetro 7 giré a la izquierda hacia el Hotel el Hidalgo y fue ahí cuando terminó la sesión dedicada al ritmo y comenzó el entrenamiento de fuerza, ya que el viento se enfrentó a mi dispuesto a amargarme la siguiente media hora. Lo llevé lo mejor posible hasta que llegué a casa y llegué bastante cargado de piernas, pero muy bien en cuanto a mi cintura, mi pubalgia, que cada vez estoy más seguro que está en su última fase.


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