RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 15 de diciembre de 2015

SÁBADO 12: 20 KMS. NO FUE UNA TIRADA LARGA FUE UN TIRADO POR LOS CAMINOS

En esta nueva etapa en la que la lesión remite, me deja correr, puedo meter intensidad y puedo soportar mejor la molestia también descubro que la tónica es la IRREGULARIDAD. Entreno más o menos dignos, con algún entreno bueno, y bastantes entrenos para olvidar. Pese a haber aumentado el kilometraje en estas semanas y sin que ello haya repercutido negativamente en mis músculos, compruebo que por desgracia para mi no estoy para competir. Esta fue la conclusión que saqué el sábado pasado en un entreno que resultó de esos que mejor olvidas rápido. Tomé la vía de servicio AIV sentido Madrid y todo parecía que se iba a desarrollar con karma positivo. No me encontraba mal y sin muchos esfuerzos me encontré en el Hotel El Hidalgo 6,5 kilómetros después del inicio. Crucé el puente y tomé el camino que me lleva derecho al Camino de las Carretas. Ya en el camino las sensaciones fueron claramente a peor y si hasta ese momento había llevado un ritmo más o menos cómodo de en torno 4´45´´, en esa zona cayó mi cadencia claramente, porque me encontraba cansado y la cintura no iba suelta lo que provocaba que mis piernas tampoco lo fueran. En el camino mencionado la cosa no mejoro apenas, de hecho fui empeorando poco a poco hasta alcanzar la Carretera de La Solana, y aunque tenía pensado alargar el recorrido yendo a Las Aguas, decidí tomar camino a casa pasando por El Peral. Al llegar a este paraje decidí parar, cortar el crono y considerar que el resto del entreno sería más lento y sin control de tiempo. Llevaba 1 hora y 8 minutos para 13250 metros, a 5´pelados, pero lo dicho: sensaciones bastante malas. El resto no es que fuera un calvario porque sobre todo me relajé y fui ya sin pensar en ritmos, aunque las piernas me pesaban. Por el Camino del Peral traté de meter nuevamente buen ritmo, pero definitivamente no iba redondo. 

Cerre este entreno cuasi desastroso de 20 kilómetros con la idea negativa de que no hay forma de progresar, al menos como yo quisiera.

Por la tarde me acerqué con la familia al Complejo La Molineta para realizar ejercicios de abdominales, cintura y lumbares sobre una colchoneta en el agua. La verdad es que ví las estrellas porque me cuesta horrores fortalecer la zona, pero estoy seguro de que esa parte de mi cuerpo me lo agradecerá si sigo insistiendo en ello.


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