RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 10 de junio de 2015

LUNES 8: ¡Y POR FIN LLEGÓ UN ENTRENO DE ESOS QUE DEJAN REGUSTO DULCE!

El domingo había probado a enlazar los dos últimos ojales de las NB 890v2 para ver si mejoraban mis sensaciones hacia ellas (he pasado del amor al casi odio en poco tiempo). Lo cierto es que con este sencillo acto pronto noté mucha más estabilidad y agarre a cada zancada. Hacía bastante calor y no estaba en máximos motivacionales que se diga, pero había que lograr romper la tendencia y conseguir realizar un entreno como Dios manda. Ah..., se me olvidaba, había otro handicap, había agarrado un resfriado tremendo y me sentía algo flojo y con la garganta agarrada, concluyendo: todos los aditamentos necesarios y suficientes para que resultara un desastre la sesión. Cogí rumbo a la Carretera de San Carlos tratando de ir a ritmo vivo, pero me costó calentar. De hecho pasé por el kilómetro 2 a un ritmo bastante desalentador de 5´20´´. La bajada a lo largo del Paseo del Cementerio me permitió aprovechar alguno que otro caballo extra de potencia y ya en la carretera logré equilibrar el ritmo; a decir verdad no estaba siendo tan duro como habría esperado. Llegué a la altura de la Finca La Gatera y giré a la derecha por un camino en pendiente ascendente dispuesto a realizar un circuito que diera la vuelta pasando por la parte alta de Las Aguas, llegando al Peral y de ahí a casa. Pese al calor, el engranaje comenzó a engranarse y noté comenzaba a moverme en ritmos cercanos a 4´15´´, y en cuanto a las zapatillas, inesperadamente comenzaba a reencontrarme con viejas situaciones de antaño, empezaba a reconciliarme con ellas (fue ese mismo modelo el que me llevó al 2:52 de Roma de hace dos años y pico). Alcancé la zona que baja al arroyo y bajé a todo lo que daban las piernas, luego remonté por un camino complicado en pendiente positiva y quizá fue ese el momento más complicado del entreno porque me costó mantener la cadencia. Llegué a la carretera de San Carlos del Valle nuevamente para luego coger el camino hacia el Peral con la idea de refrescarme en la fuente en cuanto llegase, y estaba feliz porque mantenía el ritmo sin ir cargado, yendo suelto. Pasé por delante de la fuente y la obvié como quién ignora a alguién con quien no se habla desde hace años y que se ha encontrado repentinamente en la calle al girar una esquina, y tomé el camino de casa con bastante sed y calor, pero con pilas suficientes para continuar con el buen ritmo. De ahí hasta el final tan sólo buenas sensaciones, aunque el calor y el hecho de no beber provocase el lógico malestar. Llegué a casa 1 hora y 12 minutos después, para recorrer 15.600 metros, a un ritmo medio de 4´34´´, en un circuito duro por las cuestas, con mucho calor, y encima tocado por el resfriado (llegué con la garganta totalmente reseca). Desde el kilómetro tres me moví en ritmo casi siempre por debajo de 4´25´´, lo cual se acerca a mi ritmo objetivo en maratón, y de piernas anduve sin molestias y bastante suelto, ¡que ya era hora!.

Recapitulando: entreno esperanzador con casi todas las condiciones adversas y sin embargo bien peleado y sufrido. Me queda la convicción de que no estoy tan regular como creía.

 

1 comentario :

  1. Muy buen entreno Javier, ¿ves como estas mejor de lo que creáis?, la clase no se pierde, más con la cantidad de kms que llevas corrido, así que a seguir con el plan.

    Saludos, Emilio Díaz.

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