Bonito y curioso dicho ese de "Dormirse en los laureles"; viene a decir: relajarse en exceso en tu camino hacia algo, hasta tal punto que peligre la consecución de ese objetivo. Lo que me llamaba la atención era saber de dónde venía la misma: no me ha costado mucho, unos segundos de búsqueda en google; simplemente viene de la época de la dominación romana, cuando aquellos que eran "laureados" es decir aquellos a quienes se le ponían coronas de laureles en la cabeza por sus éxitos tendían a relajarse e ir perdiendo tales merecimientos.
Pues bien, el lunes sentía que tenía que imprimir una quinta marcha a mis entrenos si no quería caer en esa relajación que estoy temiendo, a la hora de acometer mi reto, mi muralla de Helsinki. Dibujé en el papel un entreno de interval en el Parque Cervantes, a pesar de que sentía las piernas bastante cargadas tras lo que habían sido ni más ni menos que 45 kilómetros de lenta batalla para mis piernas entre el sábado y el domingo. Y es que cuando hablo de relajación no hablo de que no esté entrenando extenso, hablo de que últimamente me estaba fallando la intensidad. Llegué al parque corriendo y dí una vuelta algo más rápida y al comienzo de la segunda empecé con los cambios de unos 600 metros de distancia con 400 metros de recuperación al trote. Estaba bastante cargado y cansado, y pese a sentirme relativamente suelto con mis Mizuno Wave Sayonara, decidí no alargar mucho la sesión y tan sólo hice 4 cambios. De ahí a casa acumulando 8 kilómetros que sin ser la panacea, al menos sumaron y a un ritmo más alto al que venía desarrollando últimamente.
No hay comentarios :
Publicar un comentario