RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 12 de agosto de 2014

LA CRÓNICA DE LA MARATÓN NOCTURNA DE MONTAÑA: CAMINS DE CABRES

Como explicaba en mi anterior entrada, fuimos muchos los que lo pasamos realmente mal en la madrugada del domingo, pero a pesar de todo, con un poco de suerte y algo de pundonor logré terminar esta dura prueba, y por ello me siento especialmente satisfecho. Probablemente sea para mi como un triunfo, no al crono, ni tampoco supone haber vencido a otros contricantes, me he respuesto ante las adversidades y eso es otra forma de superarse.

El preámbulo

El sábado por la mañana pusimos rumbo a Genovés, el bonito pueblo valenciano pegado a Xátiva donde se organizaba el trail "Maratón Nocturna Camins de Cabres". Llegamos a la hora de comer a casa de Luis, a quien habíamos conocido por internet cuando buscábamos alojamiento. Es una persona tan afable y abierta que nos habilitó una habitación para los cuatro en su estupenda casa, en pleno recorrido del trail sin dedicarse ya a alquilar la misma. Lo mejor de la estancia allí no fue la casa, las comodidades, ni siquiera la estupenda paella que nos hizo, lo mejor fue haber conocido un tío tan genial y hospitalario. Por la tarde fuimos al Decathlon de Xátiva tras haber ido a recoger la bolsa del corredor. A las 08:15 cogía el coche y me despedía de mi familia; la idea era que Luis y Merche me vieran en el kilómetro 35, el cuarto avituallamiento y había calculado que podría pasar por el mismo a las 01:30 de la madrugada, aunque todo dependería de la dureza de la prueba. Estas fotos fueron echadas antes de ir a Genovés






Los instantes anteriores al pistoletazo

Cuando aparqué el coche en las inmediaciones del colegio público donde se iba a dar la salida pude sentir la emoción que transmitía el ambiente que allí se vivía. Un montón de runners con buena pinta, la organización ultimando los detalles, y por momentos sentí una mezcla de miedo, emoción y subidón de adrenalina. Mucha gente ataviada con ropa y los complementos propios de las trail, que parecían muy profesionales y me hacían sentir fuera de lugar, como un maratoniano de puro asfalto que se está metiendo en un terreno que no conoce lo suficiente. Pero esto es lo que quiero vivir, este tipo de emociones. La gente comentaba lo dura que se iba a presentar la carrera ya que la mayoría conocía bien las montañas por donde iba a discurrir. Yo no sabía si estaban exagerando, pero en cualquier caso sus comentarios sólo provocaban más inquietud y adrenalina en mi. Poca gente mayor, pocos runners que superaran los 45, muchos corredores de montaña menores de 30 en una comunidad como la valenciana donde esta especialidad está muy de moda.

Esta foto es de los instantes previos a la salida.


Los primeros 10 kilómetros

Salimos y los nervios si disiparon rápidamente. El ambiente era caluroso y muy muy húmedo, pero no podía imaginar como iba a afectar este hecho en el devenir de la competición. En seguida nos vimos ante la primera ascensión que nos puso a todos en fila de a uno, y tuve que tener paciencia porque quería avanzar pero no merecía la pena adelantar. A los 10 minutos del comienzo ya iba empapado en sudor y eso que estaba a punto de anochecer. El terreno desde el comienzo muy técnico, con muy pocas zonas corribles, casi todo sendas pedregosas entre vegetación de monte bajo, muy irregular, con saltos grandes entre rocas, cruzando por vaguadas, escalando, es decir, pura montaña. A los 15 minutos fui bebiendo mi isotónica y a los 45 minutos comía mis frutos secos, pero la humedad molestaba mucho y sabía que la cosa iba a ser difícil. Avanzamos y avanzamos alcanzando ya en la noche el primer avituallamiento en el kilómetro seis y pico, cuando ya iba totalmente empapado en sudor, y cuando digo empapado digo como salido de una piscina. Apenas paré para echarme un vasito de agua por encima y continué por una pista que se agradecía por lo llano aunque duró poco porque pronto oí una voz tras de mi que me advertía que me había pasado una baliza que nos desviaba por la vegetación, así que marcha atrás y a arrastrar el culo. Me ví bajando por una cuerda en una especie de cuasi rapel, descenso por barrancos pronunciados en los que era más fácil arrastrar el culo o doblarse un tobillo que mantenerse en pie, y con todas estas contiendas era imposible que la media saliera buena. Llamé a Merche en el kilómetro 10 para decirle que preparase muchas pastillas de sales en el avituallamiento que estaba perdiendo muchos líquidos; ya sabía que la cosa pintaba fea.

Entre el 10 y el 21

A pesar de que mi ritmo no era bueno, tampoco iba más lento que los demás, y hacía lo que podía. En cualquier caso puedo decir que la experiencia estaba resultando increíble, justo cuando nos metían por un túnel de no más de un metro de alto en el que había que pasar casi a gatas o cuando alcanzábamos el río y lo teníamos que cruzar agarrando un cable por arriba y avanzaba sobre otro cable bien fino bajo los pies. Allí estaba el segundo avituallamiento, el del 14, y yo ya llevaba 1 hora y 50 minutos de viaje. Las piernas no iban bien, las notaba dormidas, sin duda por deshidratación. Bebí algo de agua, probé la isotónica de la organización que no me gustó, cogí una galleta e inicié la escalada que tenía ante mis ojos y que parecía tremenda,. Fue entonces cuando todo se nubló, las piernas dejaron de funcionar, me quedé medio sordo, atronado (fruto de la deshidratación) y comencé a perder tiempo. En el control había pasado el 19 de la general, quinto de mi categoría, pero yo no lo sabía. Mejor no saberlo porque desde ese momento sólo cabía perder tiempo y desesperarse. Los siguientes 15 minutos los recuerdo como en una pesadilla en la que me pregunté en muchas ocasiones que demonios hacía allí, con rampas del 30% ante las que mis piernas no podían luchar porque se colapsaban. Me paré en varias ocasiones, me pasó bastante gente, hasta que llegué al punto geodésico, y seguí como un zombí por la cresta, para comprobar al rato que me había perdido, porque ni por delante ni por detrás había nadie. Estuve medio atontado unos minutos sin saber qué hacer y por fin se me ocurrió llamar a la organización. Me explicaron que me había pasado y que tenía que volver al punto geodésico para coger el desvío. Eso hice y retomé la carrera bajando por una zona impracticable donde las piernas me fallaban constantemente, y fruto de ello caí un par de veces y también solté un par de patadas a alguna piedra que me hizo ver las estrellas y los luceros. Lo estaba pasando mal y no me veía con fuerzas para terminar la prueba, pero lo peor vino cuando de nuevo ví ante mí otra montaña que subir en una zona donde la humedad era imposible, más del 95%. Esta parte de la carrera fue la peor sin duda. Me quería retirar pero no había nadie de la organización, sólo runners que me pasaban con sus linternas y me preguntaban en valenciá cómo estaba. La mayoría del tiempo parado para recuperar resuello, escuchando mis jadeos frutos del atronamiento. Fue entonces cuando aparecieron dos ángeles, uno llamado San Diego que me ofreció cápsulas de sales, quedándose él con unas pocas, y otro compañero que me dió un frasquito con magnesio. Me miraron con preocupación ante mi serio problema, pero ellos no podían hacer más. Me adelantó ciento y una madre y yo avancé con la esperanza de que la cosa mejorara, y mejoró, a los 10 minutos las piernas comenzaron a fluir, no llegué a acalambrarme del todo y para mi fortuna el terreno se puso menos empinado. Cayeron los siguientes kilómetros con algo más de optimismo hasta que alcancé el avituallamiento del 21.

Desde el 21 al 27: con Javier y Zaira

En el tercer avituallamiento había una tropa de corredores sentados en el suelo esperando que vinieran a recogerlos: se habían retirado. Uno de ellos me dió otras 6 o 7 cápsulas de sales y yo que se lo agradecí. Estuve muy tentado a dejarlo pero resistí, y lo que mejor pude hacer fue llamar a Merche para explicarle mi situación y que no me esperara en el 35 hasta bien entrada la madrugada, que la cosa iba despacio. Traté de vomitar pero nada, el estómago estaba cerrado pero no tenía naúseas, y reanudé la marcha alcanzando a una pareja: Javier y Zaira, que competían por equipos y ella iba tercera en la general. Pronto entablamos conversación y yo agradecí la compañía porque me permitió cambiar el chip y que los kilómetros pasaran más rápidos. A todo esto el terreno siguió impracticable, sin apenas zonas donde poder correr, pero entre charla y charla fuimos ascendiendo cumbres y lo mejor que me pudo pasar es que apenas me enteré del tramo que fue entre el 21 y el 27. Él había corrido la Madrid-Segovia y la GTP, terminando ambas en un tiempazo, y ella, que también era una máquina también correría la MS de este año (allí nos veremos en septiembre). En el avituallamiento yo ya iba el 59, había perdido la friolera de 25 puestos, pero todos entre el tramo que fue del 14 al 18, donde tuve aquella pájara. 

Desde el 27 al 35

Las piernas iban más recuperadas y sólo cuando me tropezaba se agarrotaban. Javier se quedó en el avituallamiento y yo tiré sólo esperando que me alcanzaran pero eso no ocurrió. Yo, a su vez alcancé a un grupo de 4 corredores con los que compartí los kilómetros hasta el avituallamiento del 35. Muchos barrancos, muchas piedras, muchos dolores en mis pies y en mis piernas, son poder comer, pero bebiendo agua y tomando cápsulas de sales pude continuar con fuerzas. Estaba seguro de que la terminaría. Alcancé el 35 tras un tramo que se me hizo muy largo y allí estaba Mercedes esperando. Traté de vomitar, de tener un momento All Brand, pero nada. No me importó perder 15 minutos allí, puesto que no tenía prisa, a esto que aparecieron Javier y Zaira que no podían para mucho ya que la cuarta clasificada les pisaba los talones.

Hasta la meta

Así que reanudé la marcha con ellos y comenzamos la ascensión que dicen que es la más dura, pero de nuevo con buena charla se hizo todo mejor, y las piernas respondieron. Además, Merche me había dado mi isotónica que pude tomar en pequeños sorbos. La siguiente hora fue muy dura e interminable con mucha subida y cuando alcanzamos el 39 y comenzaba la bajada les dije a Javier y Zaira que fueran ellos adelante, yo tenía que tomármelo con más calma, y eso hicieron. Los últimos kilómetros se hicieron eternos por terrenos muy complicados y la sonrisa me cruzó la cara cuando alcancé un aljibe ya en las inmediaciones de Genovés. Eran más de las 5 de la madrugada, llevaba más de 8 horas de aventura y por fín terreno llano e incluso asfalto. Alcancé la última calle y las piernas se activaron, me sentí fuerte y por un momento pensé que podría seguir corriendo, pero más bien no, mejor parar, que ya había sido bastante. Entre en el colegio embargado por la emoción, haciendo un tiempo de 8 horas y 18 minutos, 60 de la general y 16 de mi categoría. Allí me estaban esperando Zaira, Javier, Diego y el otro chaval, el del magnesio. Sólo pude tomar Coca-Cola, echar unas fotos y disfrutar del momento.

Así terminó esta aventura, no fue otra más porque conseguí vencer mi propias limitaicones, tener paciencia. De los 200 que corríamos la maratón, 98 conseguimos terminarla. El 61 de 98, 16 de mi categoría no dice mucho a mi favor, pero sin embargo sé positivamente que para mi ha sido un logro personal, y por primera vez consigo acabar con fuerza una prueba que se me pone cuesta arriba por culpa de mis problemas musculares, que de vez en cuando surgen. Gracias a Javier y Zaira por su compañía, a Diego y a los otros dos runners que me proporcionaron sales, a la organización y a tod@s los que me seguís. También especial agradecimiento a Luis por sus atenciones y hospitalidad y a mi mujer por estar ahí y ser mi acicate. Por último, los créditos finales...

La primera foto es de la llegada, que se ve borrosa, quizá porque yo la veía borrosa



Mis salvadores, por las sales que me dieron




Ahi están Javier y Zaira, 






10 comentarios :

  1. Muy emocionante tu crónica que en parte conocía cuando hablamos ayer, pero tanto tu relato telefónico como el escrito, son fantásticos y reflejan la gran dureza de la prueba, tus dificultades para terminarla y sobre todo tu pundonor y decisión para seguir en carrera y terminarla. Apuntala como un enorme triunfo personal, solo los grandes corredores pueden hacer lo que tu hiciste, sacar fuerzas de tu interior y proponerte finalizarla porque ese era tu reto. Muy bien por tus “ángeles”, nos muestran cual es el camino durante una carrera, ayudar al compañero que lo necesita también debe de ser objetivo nuestro.

    Un abrazo Javier y a descansar y recuperarse. Emilio Díaz.

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    1. Gracias Emilio. Puse pundonor pero sin la ayuda hubiera resultado imposible. Esto no hace más que le cojamos mayor gusto a sufrir. ¡Somos masocas!

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  2. Aúpa¡¡¡
    Enhorabuena por ese nuevo reto conquistado¡¡¡
    Lo de menos es la posición, que viendo cuantos lograron acabar la carrera, creo que ya solo por eso puedes sentirte orgulloso¡¡¡
    Descansa, que te lo has ganado¡¡

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    1. Gracias Nacho. Una vez hube acabado me acordé de tu crónica de Boston, y como al final te relajaste y sólo fue cuestión de vivir la experiencia. Salvando las distancias a mi me pasó lo mismo

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  3. Bueno Javier, veo que aparte de lo bien preparado que estas, psicologicamente eres muy fuerte, la verdad correr cerca del mar en estas fechas es duro por la humedad pero tu has vencido todas las dificultades, sin duda un autentico Crack, ENHORABUENA CAMPEÓN!!!

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    1. Gracias Kino, pero tu también sabes lo que es correr a la pata coja por Roma y apretar los dientes tratando de disfrutar la experiencia. ¡Eres también un sufridor y un tío duro!

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  4. Felicidades Javier, que difícil es gestionar este tipo de pruebas, de todas formas sobreponerse a todos esos problemas es un gran logro.

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    1. Gracias Miguel, aprendí un montón y quedé muy satisfecho. Era muy dura, muy técnica y con un desnivel positivo importante, así que puedo decir que estuvo bien poderla terminar teniendo en cuanta, además, la humedad.

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  5. Fue una noche intensa para todos los corredores, resulto decisivo y muy importante saber gestionar bien los limites y asi lo hicistes.ENHORABUENA....espero que vulevas en futuras ediciones.

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    1. Gracias, sí, fue un trail duro y bonito a partes iguales. Tuve suerte y eso también cuenta, pero me siento muy bien por haber estado allí con vosotros y sobre todo por haber podido salvar los obstáculos. Aunque no lo digo en mi crónica, enhorabuena a la organización, que estuvo a la altura a pesar de ser la primera edición

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