RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 17 de julio de 2014

MIÉRCOLES 16: OTRA VEZ DE NOCHE Y TRAS LA CENA

Si el martes probé esta forma de entrenar: de noche tras cenar, el miércoles hice más de lo mismo, aprovechando que a esas horas la temperatura permitía correr sin morirse en el intento. Sin embargo resultó no ser tan agradable como en el día anterior. Me encontraba sin fuerzas y lo que es peor, sin ganas, con la sensación de tener que hacer algo sin saber muy bien por qué se hace. Tuve que ver pasar los minutos y por ende los kilómetros para encontrar algo de sensaciones en la velada. Esto ocurrió tras regresar del circuito que había hecho entre el parque y la Carretera de Daimiel, cuando desde Felix Solís me dirigía al Cerro del Angel. Llegado al mismo subí campo a través por el camino corto, auspiciado por la potente luz de mi nuevo foco, y pensando en lo que me tocaría encontrarme en la Maratón Nocturna Camins de Cabres del 9 de agosto. Bajé campo a través con el miedo lógico de dejarme un tobillo en uno de los surcos del terreno, pero no, afortunadamente nada negativo me ocurrió. Llegué a casa con mejores sensaciones que al comienzo y con el sentimiento de haber terminado mis deberes. Unos 10 kilómetros, con algo de cuesta y entrenando correr de noche por terreno irregular, positivo.


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