RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

LA MOCHILA AUTOSUFICIENTE



Desde la distancia que separa mi órgano pensante de mi excitado pecho vigilo mi corazón y compruebo como la razón va dictando ordenes que no obedezco debido al impetu que me caracteriza. Las piernas están ya cansadas por el trato recibido en estos últimos cuarenta maravillosos meses y nunca estuve tan apegado a este suelo como desde que las plantas de mis pies se acostumbraron a patalear el asfalto. Quisiera correr más rápido, ser aún más libre, sentirme ligero como el viento y así conquistar la totalidad de mi universo interno, pero mis células ya no son de última generación ya que trotan por estos lares desde hace ya bastantes otoños. Aún así lo sigo percibiendo, comienza como un cosquilleo que surge desde mis pies, se acelera por mis muslos, gira por mis caderas haciendo una parada en mis trabajados pulmones para acabar derivando en las zonas concretas donde se concentra la sensación de placer en mi cerebro. No hay nada igual en este mundo, al menos nada que yo haya conocido, y esa pócima perfecta de calor, sudor, cansancio y regocijo me traslada por este universo llevando por mochila una autosuficiente carga de felicidad a mis espaldas. Si volviera a nacer pediría saber todo esto ya desde muy niño, y no perder el tiempo haciendo nada diferente. Convencería a mis padres para que me sacaran a correr por el campo, para que todos juntos agudizásemos los sentidos mientras olemos a primavera, y compaginaría mi natural aprendizaje de adolescente con el disfrute arrollador de este submundo que está tan lleno de vida

2 comentarios :

  1. Javier, has descrito las sensaciones que se siente al correr, el anhelo que se persigue, esa experiencia de libertad que nadie te ha dado y que no te pueden quitar, solo a ti pertenece y solo tu disfrutas. Me reconozco en tus palabras.

    Saludos, Emilio.

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    1. Gracias Emilio. ¿Cómo lo llevas?. Ya hablamos mañana o pasado. Finalmente voy a correr, ya que creo que puedo intentarlo.

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