RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 9 de noviembre de 2013

SÁBADO 2: TIRADA LARGA EN LLERENA CON DOBLE SESIÓN




Madrugué como de costumbre, aunque en esta ocasión no me levanté de mi cama, sino de la del hotel en Llerena. A tientas por no molestar a mi familia, busqué la ropa, me vestí y salí pitando. A decir verdad no tenía muchas ganas, pero que os voy a contar que no sepáis ya de tanto leerme lo mismo. Tenía que comenzar la semana con fuerza y tratar de hacer un ciclo digno, así que hice de tripas corazón y me fui hacia la sierra donde el día de antes había ido con el frontal y había oído ladrar mil perros y había visto iluminarse cien pares de ojos en la oscuridad. Corrí con poca soltura y alguna que otra molestia, hasta que sobrepasé el territorio conquistado el día anterior, y cual fue mi sorpresa cuando descubrí que me quedaba sin camino, así que dí marcha atrás y me metí por otro, pero de repente, al llegar a una finca, me topé de bruces con un pedazo cochinillo ibérico con muy mala leche, que me gruñó, no sé si por estar asustado o si por estar invadiendo su territorio; así que dí media vuelta y regresé por el camino que había traído, hasta que derivé por uno nuevo que me llevaba a lo alto de la sierra. De nuevo oí gruñir un par de ibéricos (¡qué mala leche gastan los pata negra en estas tierras!) y la cosa se puso feita cuando el camino dejó de ser tal y paso a ser senda pedregosa y encima empinada. Subí a una sierra quedándome casi sin piernas y bordeé hasta que volví a bajar y me encontré con el camino de regreso a Llerena. Llegué al hotel sin muchas ganas de cumplir lo prometido: recoger a Mercedes e irnos a correr un rato. Ya llevaba corridos 1 hora y doce minutos y cuando aporreé la puerta y mi mujer la abrió, comprobé que ya estaba vestida dispuesta a su entrenamiento. Nos fuimos por el pueblo, hacia la otra parte del mismo hasta que encontré un camino llano, el cual cogimos y nos fuimos alejando de Llerena a un ritmo un tanto cansino, sobre todo porque me encontraba cansado y molesto. Cuando llevábamos 33 minutos dimos media vuelta y regresamos al hotel, justo para completar 2 horas y 14 minutos, que no está mal, en lo que calculo que serían unos 23 kilómetros hechos.

Al menos el entreno fue original.


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