RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 9 de noviembre de 2013

OYENDO A MI MUSA ANTES DE LA MARATÓN DE MÁLAGA




Hace justo un año, el 8 de noviembre, yo estaba hipermotivado con mi participación en la Maratón de Valencia, la cual tendría lugar poco más de una semana después. Por aquél entonces publicaba la siguiente entrada titulada "Oyendo a mi musa antes de la Maratón de Valencia":

"Me ataba las zapatillas esta noche preparándome de nuevo para otra sesión más, y veía como llovía y me tocaría mojarme de nuevo. Sin saber por qué ni cómo he sentido que ella llegaba, como siempre sin avisar, pero siempre es bienvenida porque cuando aparece por sorpresa en mis entrenos me alegra el alma. Desde que la conozco siempre ha hecho lo mismo: se marcha cuando la necesitas y te deja colgado, pero cuando las crees desaparecida, justo en el peor momento, en ese instante suele reaparecer y te alegra la vida en forma de inspiración. Así ha sido en esta ocasión: se fue el pasado martes por la noche y me dejó desolado, con un dolor de piernas considerable y como siempre no se dignó a decirme cuando volvería. Pero es que he de deciros que comienzo a pensar que las musas también se deprimen con tu desánimo, y aunque están ahí para ayudarte, a veces no pueden aguantar la negatividad de su huésped. Esto es sólo una teoría, pero cada día cobra más fuerza. Pareciera como si gustasen de ver tu mejor sonrisa; eso sí, cuando en "ese dichoso día" la mirada te sale amarga la musa va y se larga (válgame la rima). Eso debió ocurrir el martes y allí me dejó: solo, con otros fantasmas menos inspiradores llamados "dudas, inseguridades y miedos". Y yo pensé, "no puedo yo solo", "ven y ayúdame". Tanta batalla, tantos días difíciles que hemos pasado juntos han debido ser para algo, ¿no?; tanta espera, tanto madrugón, tantos dolores y molestias. ¡Ay musa, contesta!: ¿por qué estoy haciendo todo esto? ¿realmente es tu trabajo verme como me esfuerzo sin que me hagas saber para qué?.

Pero la musa va a su aire y no puedes contar con ella cuando la necesitas, ah, eso sí, de repente te sorprende apareciendo cuando ya no la esperas. Ha sido ponerme a correr esta noche y la música ha sonado a mi alrededor, la sonrisa se ha instalado en mi cuerpo y me he dado cuenta de que ella había regresado, ¡mi inspiración! ¡ya está aquí conmigo!. Todo, desde este mismo instante, parece más fácil, todo rueda, el esfuerzo no es un sinsentido, sino una forma de sentirse vivo. Y de repente me emociono al pensar que ya está la maratón a la vuelta de la esquina, tan sólo 10 días. Ha sido duro, pero no estoy solo, ¡mi musa está conmigo!. Y hoy, para colmo, me ha contado algo, ¡ella que nunca habla!: "Oye Javi, si correr como los ángeles no necesitara preparación, si llegara el domingo 18 y no hubieras hecho ni un solo kilómetro antes y te pusieras a correr y vieras pasar los kilómetros como si nada, si al llegar a la meta todo fuera idílico y no te hubieses ni despeinado tu pelo engominado, entonces, ¿para que me necesitarías?. Seguro que no te alegrarías al verme aparecer otra vez porque ni me conocerías. Recuerda, soy tu musa porque de vez en cuando me necesitas, y me necesitas porque tienes un camino difícil por delante, y me disfrutas porque haces ese camino aún a sabiendas de que vas a llorar y a reir mientras lo atraviesas".

Nunca antes la había oído hablar tanto. En alguna otra ocasión lo más que la había escuchado había sido un ¡Ola ya estoy aquí!. o ¡Adiós, me voy que te estás que no te aguanto!, pero con el discurso de hoy he aprendido dos cosas: primero, mi musa sabe decir más de dos frases seguidas; segundo y más importante, mi musa está conmigo porque yo solo no sería capaz de conseguirlo".

Ha pasado un año desde esta entrada y estamos en el mismo sitio: esperando que aparezca la musa. La Maratón de Valencia supuso un punto de inflexión para mi. Como sabéis, terminé en el hospital, pero desde entonces comenzaron a ocurrir una serie de acontecimientos que me alegraron el alma. Todo este viento favorable me duró hasta mayo, y ahora busco de nuevo a mi musa, que aparece y desaparece a su libre albedrío. ¡Musa, por favor, sé que estás ahí, no dejes que mi desánimo me impida pensar en ti!.

Aquí me hallo, oyendo a mi musa antes de la Maratón de Málaga. Ya bajé de las 3 horas y aún no me lo creo, pero la vida sigue, no nos podemos quedar pensando en el pasado. Leyendo esta vieja entrada me he acordado de todo lo que peleé el otoño pasado y lo poco que me lució en Valencia, sin embargo, unas semanas después el reloj ya estaba engrasado.




No hay comentarios :

Publicar un comentario