El martes fue peor que el lunes. El dolor desgarraba el tibial y sentía el pie dormido. Estuve viendo en internet y estoy seguro que no es periostitis tibial, ni encontré un diagnóstico claro. Tras volver del trabajo y recoger a mi mujer, me quité los zapatos y cual fue mi sorpresa al comprobar que tenía el pie totalmente hinchado, y el tobillo igual que si tuviera un esguince de caballo. Sin embargo, no se veía hematoma de color oscuro. A todo esto, lo único que dolía al tacto es un pequeño punto en la tibia a unos cinco centímetros de los tobillos. Haciendo el loco le dije a mi mujer que nos fuésemos a correr y eso hicimos. Despacito a un ritmo muy cansino, moví las piernas y drené todos los líquidos. Curiosamente me dolió muy poco, nada que ver con lo del domingo, y eso me hizo ser optimista. Al llegar a casa, tras unos 36 minutos corriendo y 5 kilómetros totales, comprobé como el tobillo estaba mucho menos hinchado y pensé que había hecho bien por proponer esta actividad.
RELATOS
Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.
jueves, 31 de octubre de 2013
MARTES 29: UN DÍA DE DESÁNIMO CON FINAL FELIZ
Publicado por
JAVIER AYUSO
en
00:40

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Etiquetas:
ENTRENAMIENTOS
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