RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 5 de octubre de 2013

ESA PESADA CAPA GRIS



El aire sabe amargo mientras los árboles se acercan como sombras de desconocidos que no me saludarán. La noche está diciéndome adiós para dar paso a una nueva luz, un nuevo ciclo, pero yo sólo puedo ver un bucle que se repite y me llena de dolor. Mi cuerpo no está conmigo desde hace tiempo, decidió librar sus propias batallas y parece no hacerme caso, como si no quisiera participar de mis problemas, así que mi alma vaga sola por ese camino forzada a realizar la actividad programada por mi obcecada mente. 

Un hombre de mediana edad que ya no espera a su futuro corre solo al amanecer, lo hace todos los días, y lleva tras de si una capa gris que segundo a segundo crece, se hace más grande, gramo a gramo, hora a hora, siempre un poco más pesada. Hace tiempo que no se siente afortunado y las piernas no quieren ser cómplices de su fracaso, por lo que le han abandonado. Aún así él sigue con su plan preestablecido a pesar de que todo se derrumba a su alrededor. En otro tiempo habría sido emocionante sentir la tierra crujir bajo sus pies y poder ver los primeros rayos del alba, pero ya nada ni nadie pueden conectarle a una emisora vital que le devuelva un halo de ilusión.

Vuelvo a casa antes de lo previsto porque he cambiado de parecer y he decidido dejarlo por hoy, así que doy media vuelta y regreso sobre mis pasos; sé que este giro no se traducirá en un cambio en mi vida, todo seguirá igual aunque ahora lleve el viento a favor y los pájaros comiencen a anunciar que llega la dulce mañana, todo continuará inmerso en el más inmutable de los agujeros negros que absorben lo bueno. Llego a casa y busco la llave en el alfeizar pero no está allí, ¿qué está ocurriendo?. Llamo al timbre y no sé por qué lo hago porque bien sé que no hay nadie dentro, solo vivo, sólo yo, yo solo, sólo con mi soledad, solo con mi desamor. Aún así vuelvo a llamar y cuál es mi sorpresa que me responde la voz de un aturdido y sorprendido interlocutor. Parece una broma, ¿qué hace ese en mi casa?. Aporreo la puerta con tanta insistencia y fuerza que veo que se abre la ventana y aparece la silueta de alguien que me cuesta reconocer hasta que mi ego se resquebraja en cuatrocientos dos pedazos, uno por cada día que he sido infeliz, más de quince meses sin sonrisas, eso son demasiados minutos de llantos contenidos. Allí contemplo en la ventana a un yo alternativo con 20 kilos más, y al instante, al lado de aquel que fui,  aparece la que fue mi mujer, historia de un pasado que se llenó del alquitrán más denso que pueda cubrir una vida ahora vacía. En ese momento desaparezco de mi pequeño y negro universo y un universo nuevo se abre como una posibilidad infinitamente remota que pudiera abrir una puerta a algo distinto....

El reloj suena como cada mañana a las 5, toca levantarse. Lo primero que hago es tocarme las caderas, y en seguida identifico esos dos huesos prominentes que me dejan claro que tengo cuerpo de maratoniano. Con casi vehemencia palpo el bulto de al lado y oigo a mi mujer gruñir, ¡sin duda es ella!, ¡no me ha abandonado!. Si me acosté con pocas ganas de madrugar las pilas se me acaban de llenar de entusiasmo, reboso energía, por mis venas sólo corre sangre impaciente y estoy dispuesto a devorar muchos kilómetros . Me siento muy afortunado, tanto que la esperanza quiere asomar por los dedos de mis pies, así que decido ponerme los calcetines antes de que se escape. Si esta ilusión reside en mis uñas no me las cortaré aunque me duelan al chocar con la puntera de mis zapatillas. En unos minutos el Sol saldrá y no me atrevo a pensar en otra cosa que no sea lo que tengo que hacer, correr y correr hacia él aunque la luz me ciegue y me cueste mantener la sonrisa.



2 comentarios :

  1. Veo que todavía hay esperanza, aunque los sueños sean oscuros, llenos de las peores pesadillas, son solo esos sueños, que al despertar el alba estos desaparecen como por arte de magia, llenandonos de paz y renaciendo nuevamente la esperanza en nosotros y en los que nos rodea.
    Buena entrada, aunque algo "oscura", debe de ser por las ultimas semanas, espero que las siguientes sean mas "claras".

    Saludos, Emilio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Efectivamente Emilio. Un relato que deja entrever mi negatividad, aunque también la esperanza que sigo albergando

      Eliminar