RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 7 de septiembre de 2013

SÁBADO 7: HACIENDO CASI 33 KILÓMETROS A DOS SEMANA DE LA MADRID-SEGOVIA

Todo el pescado vendido ya a estas alturas. Aún así, estoy nervioso, y decidí hacer algo que creo que ya no era necesario: exponerme con una tirada demasiado larga que podría haber supuesto una inoportuna lesión. 



No madrugué, aprovechando que no hacía mucho calor. Me fui con la mochila de hidratación, un bote con cereales y poco más (esta vez no llevaba ni tan siquiera gafas de sol, ni móvil, ni Iphone). Cuando Mercedes me vio poniéndome las zapatillas le dí envidia y se cambió. Nos fuimos los dos a realizar un circuito hacia el Norte, volvimos por la vía de servicio de la AIV sentido Andalucía, y nos separamos al inicio de la Avenida de las Tinajas, donde ella fue a casa y yo fui al Cerro del Ángel. El ritmo era bastante suave, por encima de 6´30´´, pero una vez solo, lo incrementé un poco. Lo ocurría era que me tocaba subir el Ángel por el camino, y eso bajaría la media, y sobre todo, tenía que subir la Sierra del Peral hasta los molinos Eólicos (2 kilómetros de subida muy exigente para ganar más de 200 metros). Fui consumiendo kilómetros sin ir en ningún momento "redondo", pero también es cierto que sin molestias. Se me hizo algo pesado, ya que me había acostumbrado a alejarme bastante de casa para "explorar" nuevos territorios, y todos los caminos y carreteras por las que fui pasando las tengo bien conocidas. Llegué a la parte más dura, la ascensión a la Sierra del Peral, cuando llevaba 19 kilómetros y me dispuse. En la parte de más pendiente no lo pasé muy bien, pero supe sufrir sin pararme. Llegué a la cima y allí hice "mis necesidades", y sin más dilación bajé. Obviamente ahora tocaba no sufrir; llegado a una casa que hay a unos 500 metros de la carretera, bordeé la sierra para buscar el Paraje del Peral, y por aquí me tocó correr por zona muy pedregosa y sin caminos en algunas fases, jugándome los tobillos. Alcancé la pradera del Peral con 26 kilómetros a la espaldas, y sin parar, ya que llevaba agua suficiente, regresé a casa. No me costó tanto como la semana anterior, y no sufrí ningún tipo de molestias, más allá de sentir ligeros pinchazos en los tendones de aquiles de vez en cuando. Finalmente 3 horas 28 minutos, para hacer 32.700 metros a 6´20´´, un ritmo bastante discreto, pero estoy entrenando la Madrid-Segovia. En casa pude estirar sin problemas, y ahora, siete horas después, estoy totalmente recuperado y podría salir a correr perfectamente.






2 comentarios :

  1. Buen entrenamiento Javier, quizás algo expuesto, pero a veces hay que dejarse llevar y darle al Corazón una oportunidad aunque maese Cerebro opine lo contrario; buen ritmo, los 100 km no los correrás mas deprisa.

    Saludos, Emilio.

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  2. Sí, y como no tuve molestias, me ha dado confianza

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