RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 21 de julio de 2013

LA CRÓNICA DE LOS 36 KMS CERCEDILLA-SEGOVIA



Despertar

Tras una noche verdaderamente horrible en la que el sonido de un festival de música no me dejaba dormir si abría la ventana, y el calor hacía lo propio si la cerraba, me levanté a las 04:20 totalmente dormido y sin haber descansado. Ni dos cafés cargados me sacaron de mi letargo. Así que, como puede, preparé todo lo necesario para la aventura del día, a saber: el agua de la mochila de hidratación, barritas energéticas, Garmin, etc.

Trayecto

Cogí carretera y manta a eso de las 05:15. Puse algo de música para no dormirme (Hard Rock) y comencé a sentirme mejor. A las 07:45 llegaba a Cercedilla dispuesto a comerme el mundo, y vi a un ultra fondista correteando, por ello le pregunté y me dijo que la salida tendría lugar en el Polideportivo; yo creía que era en la Estación, como había visto en la página de la organización, pero aún así me dirijo al Polideportivo Municipal y allí había unos 15 sufridos runners. Cual fue mi sorpresa cuando les pregunto y resulta que van a hacer una tirada larga por su cuenta, nada que ver con el entreno que yo buscaba. ¡menudo fiasco!. Pero no hay mal que por bien no venga, así que les dí el nombre de mi blog, intercambiamos impresiones y nos echamos una foto que no sé si me enviarán.

La salida

Llego a la Estación de Ferrocarril y hay buen ambiente ya. Cuando voy a coger la mochila de hidratación compruebo que ha perdido un montón de agua, y también caigo en la cuenta de que no he traído las gafas de sol: ¡mal empiezas Javier!. Al rato llega Alberto y el resto de sus acompañantes: María, Iván y Javier. También puedo comprobar como hay algunos ultra fondistas de categoría, entre ellos Carlos Micra, el ganador de la edición Madrid-Segovia del año pasado.

Estoy algo nervioso, sobre todo pensando en que nos podríamos perder y en el hecho de que no estoy acostumbrado a este tipo de entrenos, pero habiendo llegado hasta donde he llegado en tan pocos meses, pienso que ya me he acostumbrado a afrontar estos pequeños retos haciendo de tripas corazón.

Nos hacemos la foto de rigor, y la organización nos explica los problegómenos de la sesión, con los puntos conflictivos donde nos podríamos perder (yo no me entero de casi nada), algunos consejos y los lugares donde hay fuentes para rellenar las mochilas. 

La subida a la Fuenfría

A las 20:45 salimos muy despacito, y enseguida la carretera se empina porque nos esperaran más de 13 kilómetros y medio hasta llegar a la Fuenfría, un alto de casi 1800 metros, lo que supone unos 630 metros ganados, y por ello una pendiente media del 5% sin apenas descanso. Vamos muy suave, ligeramente por debajo de 8 minutos el kilómetro, la mayoría del tiempo corriendo, y en algún momento andando. Yo que estoy acostumbrado a correr y correr, me siento un poco "atado" porque me apetece meterme caña y ponerme a ascender como un loco, pero sé que esto no va de echar carreras, sino de entrenar lo que ocurrirá en septiembre. Pasamos los primeros 5 kilómetros en algo más de 38 minutos, siempre Alberto y yo, y algo retrasados Javier Romero e Iván, aunque nos reagrupamos constantemente, porque la idea es ir los cuatro. Mis sensaciones no son malas: aunque al principio siento cierta tirantez, aunque ligera, en los isquios, pero enseguida se me va.

De vez en cuando aprovechamos para picar algo: por ejemplo, pistachos que saca de su mochila Alberto y nos sientan de muerte. También tenemos disposición para echarnos algunas fotos, muy bonitas por cierto. Pasamos el kilómetro 10 en 1 hora y 13 minutos, lo cual nos da media de 7 minutos el kilómetro, lo cual está bastante bien. Por aquel entonces, mis sensaciones han mejorado y siento unas ganas considerables de apretar, pero también es cierto que voy muy a gusto haciéndolo tan y cómo vamos haciéndolo. Nos quedan poco menos de 3 kilómetros para alcanzar la Fuenfría y la pendiente se empina un poco, aunque yo no voy nada mal. Los demás también van muy frescos, incluido Iván, que no se dedica a esto del running pero que demuestra tener más que un aceptable estado de forma. Alcanzamos a un grupo de dos chicos y una chica, nos volvemos a ir Alberto y yo y coronamos la Fuenfría en 1 hora y 36 minutos, cuando llevamos poco más de 13 kilómetros. 

Ahora La Cruz

Mantenemos la media de 7 minutos/kilómetro y para entonces me encuentro pletórico. Comenzamos a bajar y a unos 3 metros encontramos una bifurcación, por lo que tenemos que pararnos y pensar por donde ir. No sabemos si llamar a la organización para que nos oriente, y en estas llegan Javier e Iván, y un poco después los dos chicos y la chica. Éstos últimos nos indican que es todo para abajo, no hay que coger el camino de la izquierda, así que bajamos los siete a buen ritmo. Los 15 kilómetros en 1 hora y 51, y nos ponemos en muchas ocasiones en 5 minutos/kilómetro. Nos volvemos a ir Alberto y yo y llegamos a otro punto conflictivo: un camino que sube a la derecha o la carreterita asfaltada que llevamos; esperamos de nuevo a que lleguen Javier e Iván y después los otros tres acompañantes, y éstos nos dicen que hay que seguir el carreterían, así que de nuevo vamos los 7 juntos, y continuamos el buen ritmo. El kilómetro 20 lo pasamos en 2 horas 19 minutos, bajando la media a 6´50´´ el kilómetro, y poco a poco nos volvemos a marchar los dos hasta llegar a un nuevo punto conflictivo, donde se bifurcan nuevos caminos. Ahí hay un runner de unos cincuenta y tantos que está preguntando a un ciclista (de los muchos que nos cruzamos por el trayecto), y nos dice que se puede ir por ambos sitios, así que decidimos seguir por el camino que llevamos. Los siguientes kilómetros los hacemos con este señor que va como una rosa: nos explica que su hijo va por delante corriendo y que ambos hacen ultra fondo, aunque para él esta será su primera aventura de 100 kilómetros. Resulta que su madre es de Almagro, como la mía, ¡el mundo es un pañuelo!. Es aquí donde volvemos a hacer buena media de ritmo y llegamos a una zona con menos arboleda: estamos dejando atrás la sierra y el pinar. En el 24 y medio llegamos a La Cruz, donde se abren varios caminos asfaltados con varias alternativas. Nuestro acompañante nos dice que creía haber oído a la organización del entreno decir que había que coger por una senda estrecha donde se veía unos montones de piedra. Decidimos coger ese camino, pero también decidimos esperar a Iván a Javier para que no se pierdan en este punto. 

Hasta Segovia

Tras unos 5 minutos aparecen éstos y los otros tres acompañantes de viaje (los dos chicos y la chica) y bajamos por la senda, con constantes zig zags y piedras donde uno se puede dejar un tobillo, sobre todo cuando en septiembre se transite por ahí de noche y muy muy cansado. Me encuentro tan bien que pienso que puedo hacer 50 kilómetros más, pero esto es siempre engañoso. El kilómetro 25 lo pasamos en 2 horas 54, a buen tiempo a pesar del descanso. De nuevo cogemos delantera Alberto, el hombre cuya madre es manchega y yo, y divisamos a lo lejos Segovia. Ya no hay vegetación y la senda se ha ido haciendo más ancha y más transitable. Lo peor es que comienza a apretar el calor y apenas nos queda agua. Además nos hemos puesto en 5 minutos/kilómetro y en el 27 Alberto me pide que aflojemos. Paramos, le echo agua de mi bolsa a la suya, esperamos a Iván y a Javier y continuamos los cinco. Poco a poco el hombre mayor se nos va yendo, y a su vez dejamos atrás a nuestros dos compañeros. Es sin duda la peor parte de la aventura, porque aunque voy bien el calor se deja notar, y Alberto también lo nota como muestra su cara. Yo le pido no parar porque sin agua sería fastidiado andar 7 kilómetros durante más de una hora. Él aguanta como un jabato y llegamos al 30 en 3 horas 25 minutos. Para entonces el recorrido es más bien feo y vemos como llegamos a las inmediaciones de Segovia. En el 31 acabamos dando caza a "el hombre cuyo hijo también corre y va por delante" y ya marchamos los tres juntos hasta el final. Sólo nos ponemos a andar en algún momento puntual, y yo, pese al calor me encuentro fuerte. Entramos en la ciudad y a Alberto le cambia la cara; nos quedan unos 2 kilómetros y avanzamos por una larga avenida, como tres locos en el bullicio de la ciudad, sin apenas respetar las normas básicas de circulación. Preguntamos en alguna ocasión hacia adonde se va para llegar al Acueducto y nos dicen que todo recto, y eso hacemos, continuar. Alberto se anima y se pone a tirar, y nos ponemos por momentos por debajo de 5´el kilómetro. Llegamos por fin a las inmediaciones y nos echamos adelante los dos, pero cuando estamos llegando ya a esa obra de ingeniería romana, esperamos a nuestro acompañante y llegamos a meta en 4 horas justas, justas y cabales, y habiendo recorrido 35.950 metros, a una media de 6´43´´ el kilómetro. 

Tras llegar

Compramos 1 litro y medio de isotónica y otro litro y medio de agua y a beber como si fuera lo último que vamos a hacer en esta vida. Ahora toca estirar y evaluar daños: en mi caso todo bien, muy suelto muscularmente y lo único que me molestan son los tendones de aquiles, pero sé que no es tendinitis, sólo que las zapatillas que llevo no son apropiadas para este tipo de entrenos. De hecho unos minutos después se me fue el dolor. Nos echamos unas fotos, nos relajamos, charlamos con Juan, un conocido del grupo de los de Alcalá de Henares que hizo la Madrid-Segovia el año pasado terminando en menos de 17 horas, y que tiene en su haber un ironman y otros retos importantes. Finalmente, media hora después llegan Iván y Javier, ya con las botellas de líquido en la mano (han parado para repostar en una tienda). Llegan bastante bien, y satisfechos. Tras esto, lo mejor que podemos hacer es tomarnos unas cervezas en una terracita y charlar. Aún queda María, que se lo iba a tomar con más calma, y llega una hora 1 y 10 después con Fernando, un runner que desde el momento que le veo sé que le conozco de la Media Maratón de Sigüenza de 2009. Para terminar la aventura, nos vamos todos andando rápido a la Estación porque nuestro tren sale a las 14:50 hacia Cercedilla, donde comeremos. Por el camino hablo con Fernando que me cuenta todas sus vicisitudes como runner. Es un pedazo de marchador capaz de ir a ritmo de carrera prácticamente. Estoy seguro que en la Madrid-Segovia quedará de los primeros en su categoría.

A comer toca y luego a volver a casa

Llegamos a Cercedilla y a comer, lo mejor después de esta dura sesión. Charlamos sobre lo divino y lo humano, y nos tomamos un postre que nos sienta a todos como "manjar de dioses". Terminamos de comer a las 17:20 y ahora me toca coger el coche e ir hasta casa, pero curiosamente no estoy cansado. Es más cuando llego a casa, me ducho, me cambio y le digo a mi mujer y a los niños que nos vamos a tomar unos vinos, y cierro el maratoniano día a eso de las 23:30 con, ahora sí, un cansancio tal que me permite dormir como un bebé pese al estruendoso ruido del festival musical que otra noche más continúa.

4 comentarios :

  1. Hola Javier,

    Qué crónica tan buena y anema. Me encanta!! jeje..
    Lo de ayer fue un entreno especial, tanto por el recorrido, que es espectacular de bonito como por la compañia, que sin duda..., fue la mejor!! ;))

    A ver cuando volvemos a coincidir en otra tirada correteando :P

    Bss.
    Maria (la chica de la foto jeje....)

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  2. ¡Gracias María!, y bienvenida a mi humilde blog. Aquí tienes tu casa. sin duda lo mejor fue la compañía, que es o que perdura con toda esta forma de ver la vida que es el running

    Nos vemos en la próxima y si no en la Madrid-Segovia

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  3. Fantástica jornada de entrenamiento, estas en forma Javier; por la crónica se te ve con fondo suficiente para hacer una buena marca en septiembre. El escenario del entrenamiento también es estupendo y el escenario final ¡asombroso!, ¡El acueducto de Segovia!.

    Saludos, Emilio.

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    1. Gracias Emilio. Este año será para disfrutarla y pasar de la marca. Tenemos pensado llegar juntos Alberto y yo, y esa será nuestra única meta. Conforme me encontré ayer yo también he pensado que podría salir bien, pero por lo que he escuchado, es tan larga y tan dura que no puedes tener otro objetivo la primera vez que terminarla

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