Para mi ha sido difícil por el cansancio y la falta de motivación suficiente. No es que no tenga ganas de correr la maratón, todo lo contrario; lo que ocurre es que me he encontrado como si tuviera una cuesta muy grande y pocas fuerzas para subirla. Empezó mal con los problemas climatológicos de la tirada larga, que me obligaron a doblar sesión, después de una mañana de sábado horrible. El domingo no fue mal del todo, porque las gradas se dieron bien. El martes fue un mal día porque tuve que salir muy tarde debido a problemas familiares y de agenda y me costó arrancar, aunque el entreno en sí no fue lo peor. El miércoles, el día de los cinco miles fue malo porque me cansé mucho y los tiempos no se correspondían con tal cansancio. El jueves pagué los platos rotos del miércoles y el viernes ha sido de transición. Hay dos factores que no han ayudado: el Garmin me pone nervioso en cuanto a los ritmos y en cuanto a las distancias que marca, porque no me cuadran con lo que mido en el Google Earth. Esto me hace dudar de mis capacidades y marcas. El clima no ayuda ya que se supone que casi a finales de abril debería haber mejor temperatura y el viento es horrible.
Por tanto, despido estos siete días como quien se despide de un mal año, con los deseos de que lo que viene sea mejor. El listón no se ha quedado muy alto, desde luego.
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