RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 19 de febrero de 2012

CRÓNICA MEDIA MARATÓN DE VALDEPEÑAS 2012




Eso es lo que siento, aunque finalmente no seguí el guión previsto, quizá por avaricia por exceso de ambición, y porque me encontraba bien. Salí excesivamente rápido, de forma que en el kilómetro 2 marcaba 7 minutos 55 segundos, es decir, iba demasiado rápido. Desde ahí, me fui moviendo en los cuatro minutos y unos segundos, de forma que pasaba los 10 kilómetros en mejor marca personal en esa distancia, 40 minutos 50 segundos. No iba mal, pero no tan bien como al principio, obviamente. En cualquier caso, muy bien de sensaciones, de pulsaciones y de piernas. La media se las trae, porque aunque la altimetría no lo muestra, los repechos son fastidiados. Al pasar por meta en la segunda vuelta me dí cuenta de que iba a aguantar perfectamente el ritmo hasta el final. Tenía previsto pasar en 53 segundos y pasaba en 50 minutos y unos segundos, es decir, iba mucho más rápido de lo planeado, y sabía que era imposible clavar la tercera vuelta en 36 y medio, pero tenía margen de error porque llevaba tres minutos de ventaja. Durante la parte de la cuesta abajo me fui encontrando bien, me fui creciendo. Llegaron los repechos de la plaza y perfecto, aunque se notaban en las piernas. Llegó la larga bajada hasta llegar a la Avenida de las Tinajas y la emoción comenzó a recorrerme porque comenzaba a verlo hecho. En el repecho de la avenida tuve mis peores sensaciones y mi compañero de viaje estuvo a punto de irse, pero lo volví a enganchar. La cuesta abajo la agradecí como agua de mayo y comencé a coger ritmo para el repecho de la Avenida de Gregorio Prieto. Lo llevé bien, con ritmo y sin sufrir mucho, y en la cuesta abajo de Seis de Junio comencé a sentir la excitación, mi compañero y yo aumentamos el ritmo y ya hasta el final. La cuesta que se iniciaba en el punto kilométrico 20 ya no importaba mucho y con un dolor considerable de piernas, no sé si motivado por el aumento en la cadencia de la zancada, llegábamos a los metros finales, con todo el pescado vendido.

Agarrados de la mano, por el esfuerzo conjunto, cruzábamos la línea de meta marcando 1 hora 27 minutos 50 segundos, según mi crono. Ni bajón de glucosa, ni necesidad de tumbarme, ni tirones ni nada, todo en su sitio. Estiré, charlé con la gente, y para casa, con los deberes cumplidos

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