RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 21 de abril de 2023

LO QUE LLEVAMOS DE 2023

Pese al esfuerzo titánico de la Valdepeñas-Linares, mi organismo no fue a más, todo lo contrario. La Navidad tampoco ayudó, así pues, me vi en enero planificando un nuevo curso sin muchas ganas. Lo mejor es que no hemos dejado de correr, lo peor, es que lo he hecho por inercia, y con la moral por los suelos, en lo que vienen siendo unos primeros meses de año muy aciagos. Esto ha acontecido:

TRAIL MONTES COMUNALES ADAMUZ

Merche tenía un mal recuerdo de aquella carrera, en la que en 2018 se cayó llegando a meta y le tuvieron que dar puntos en la rodilla, por tanto, regresábamos para tratar de que nos quedase un regusto distinto. Mucho frío aquella mañana de domingo, hasta -5 grados llegó a marcar el coche, quizá por ello, no tenía muchas ganas de batirme el cobre, por lo que a última hora decidí correr con mi mujer. Al final ella respondió bien, disfrutando, casi más que yo. Terminamos los 27 kilómetros en algunos minutos más que en aquel 2018, pero ella es cinco años más vieja, y eso se nota. En cualquier caso, completó el pódium de las máster, categoría que estrenaba, y a fe que hubo competencia, más que en la categoría inferior



TRAIL SERIES EN JIMERA

A mediados de febrero nos íbamos a una zona de Málaga espectacular, a correr tres pruebas en un fin de semana, algo más de sesenta kilómetros. Mi mente estaba en otro sitio, por lo que no disfruté demasiado, a pesar de los bonitos paisajes y el ambiente. El sábado, 25 kilómetros que me sentaron muy regular, por la tarde una subida de 3 kilómetros con +600, y la subsiguiente bajada, en la cual me costó arrancar, pero fui a más, aunque la hice con Mercedes. El domingo, la prueba más dura, 32 kilómetros, ya con las piernas cargadas, en las que disfruté hasta que me quedé sin fuerzas. Los últimos 10 kilómetros, entre la Estación de Benaoján y Jimera... para olvidar. Tanto en la prueba de 25  como en la de 32, Mercedes se quedó a tan sólo unos minutos de pillarme. Y como no podía ser de otra forma, subió al cajón. Lo hizo como segunda de su categoría:¡un meritazo!


EXTREM FILABRES

Era la tercera vez que nos acercábamos a Serón a correr esa prueba. En la primera ocasión Merche fue cortada, en la segunda no mejoró su tiempo, así pues, tenía ganas de reivindicarse. Una mañana estupenda para correr, aunque con calor de más, y mis piernas que no van, noto que estoy mucho peor, ni que decir cuando desde Las Menas se me hace eterno. Resultado: 4 horas 51 minutos, treinta y cinco minutos más que en 2020, cuando subí como tercer máster. ¡Esto es lo que hay!, el 11 de 11 másters. En cuanto a Merche, 5 horas 26, mejorando en 6 minutos su tiempo de las otras dos ediciones. 

 


COPA TRAIL BOGARRA

Comenzaba la copa, y lo hacíamos por parejas. Sensaciones regulares, a pesar de estar en abril y venir de hacer tantas pruebas, así como mi reto de la Valdepeñas-Linares por segunda vez (del cual hablaré en otra entrada). ¿Qué decir? Da igual lo que haga, ya no voy. Al menos hice de escudero: 5 horas 9 minutos y nos quedamos segundos, pero Merche arrastró la lesión en los isquios, fruto de los 100 kilómetros de mi reto. En cualquier caso, obtuvo doble premio, porque también subió como segunda de su categoría.




65 KILÓMETROS DEL DESAFÍO DEL CALAR

Y el colofón a estos magníficas semanas para mi (lo digo con algo de sorna), fue la durísima prueba de 65 kilómetros con +3200 positivos con salida en Ríopar. Había que subir al Gallinero, al calar, al Padroncillo por la cara más dura y hacer la Almenarilla y la Almenara. Merche y un servidor íbamos como parejas, y pronto sufrimos el recorrido, de noche, en el primer bucle. Cuando pasamos por Ríopar en el 17, ya veníamos de ir haciendo la goma con la segunda pareja de la clasificación, así pues, teníamos ese acicate. En el siguiente tramo metimos una marcha más y subimos bastante bien al calar, a pesar de que los de la carrera de 45 comenzaron a adelantarnos, lo cual fue un engorro. Al llegar al aparcamiento del chorro, yo ya iba tieso, ¡para variar!, aunque resolví el problema con un paracetamol. El siguiente tramo fue mejor, pero muy largo, ya con calor, hasta que llegamos en el 31 al Campamento San Juan. Para entonces, seguíamos encontrándonos con la pareja de la que antes hablé. La subida al Padroncillo fue espectacular, y para mi sorpresa, me sentí con fuerzas, pero la bajada se hizo difícil, sobre todo cuando Mercedes se torció el tobillo y, ´mas allá del terrible dolor, decidió seguir. La cosa no fue a más y alcanzamos Riópar Viejo. Recuerdo que en el avituallamiento pensé que terminaríamos la prueba y le daríamos cumplido homenaje a Pepe Llavero, mi suegro, no en vano, la última vez que habló Mercedes con su padre fue para comunicarle el año anterior que habíamos cubierto con éxito los 45 kilómetros del Desafío de 2022. Además,teníamos delante a la pareja e madrileños... ¿quién iba a imaginarse lo que luego ocurrió?

Pero el tramo que venía después era duro, tras tantos kilómetros y con el calor. sin darme cuenta me fui deshidratando, de forma que entre el 42 y el 45 me terminé de secar. Repentinamente, me indispuse y comprobé que ya no podía seguir. Merche quería que no abandonase, pero pronto se dio cuenta del problema... cuando me vio vomitar la Coca-Cola que había bebido un rato antes. Así soy yo, y así es ella. Mi mujer continúa subiendo los tres kilómetros más complicados de todo el recorrido, mientras yo bajo en busca de la ambulancia. De ahí a la enfermería de Ríopar, pero afortunadamente sin vías, ni nada que se le parezca. El resto de la aventura lo pasé sentado en la plaza charlando con nuestro buen amigo Antonio, del PAM, mientras esperábamos a Merche. Tres horas y medio le llevó cubrir los últimos trece kilómetros, realizando en la cresta un kilómetro en cuarenta y dos minutos, pero ahí estaba otra vez. Siempre cumple.

Finalmente, pese a mi retirada, tenía a derecho a trofeo como máster, siendo la única en su categoría en terminar la prueba. 12 horas 32 minutos.

Unas horas después, ya en Valdepeñas, tendríamos que ir a urgencias a que le vieran el tobillo, el cual tendría que recuperar en, al menos, dos semanas.

 




 Y estas han sido las quijotescas historias de un viejo en declive y su portentosa mujer. No sé cuánto cartuchos me quedan, pero sí sé que los que aún conservo están mojados.



 







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