Ayer tenía un pensamiento girando y girando dentro de mi cabeza. Recordaba los esfuerzos, los madrugones, el frío, la constancia de estos últimos largos 10 meses, una larga siembra sin cosecha aparente, y me sentía mal. Nuestra pelea constante a veces no tiene final feliz, y se queda sólo en eso, en una pelea, en una lucha contracorriente. Por ello, y para contrarrestar la negatividad surgida de este pensamiento traté de centrarme en que a veces lo importante no es a donde llegamos sino lo que hacemos, y este creo que es el caso. Me enfundo las zapatillas y me pongo la ropa corta, pongo el crono en marcha y miro el Cerro del Ángel allá a lo lejos, y borró de mi toda sombra de malestar. ¡Javi, toca empezar de nuevo!, y una vez puestos la niebla se va abriendo y se despeja el camino, la pendiente se pone más dura pero las piernas ya saben lo que les viene encima y soportan la carga. Subo a buen ritmo, y desde lo alto bajo por el camino corto, para subir, volver a bajar y volver a subir una segunda vez por el mismo, y rematar la sesión bajando por la carretera y regresando a casa. No ha sido un entreno que vaya a quedarse en mi recuerdo, estoy seguro, pero ha sido un entreno más, uno de esos que tienen por resultado el haber cumplido con constancia otra semana, y son muchas desde el día que comencé a tomarme todo esto en serio, en esta ocasión 92 kilómetros y si algo bueno ha de llegar lo recibiremos con los brazos abiertos.
RELATOS
Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.
sábado, 29 de marzo de 2014
VIERNES 28: TERMINO LA FAENA Y NO PIENSO MUCHO
Publicado por
JAVIER AYUSO
en
08:21
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Etiquetas:
ENTRENAMIENTOS
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