El jueves salimos de noche nuevamente Merche y yo. En esta ocasión fuimos al parque Cervantes a hacer un poco de fartlek, pero en seguida comprobamos como ella no tenía su día: se sentía floja y cansada, resultando un entreno exigente pero más suave de lo habitual. Está claro que el ritmo de vida que lleva a veces no es todo lo compatible que nos gustaría con las exigencias en los entrenos, y que después del domingo y su 10.000, y el entreno del martes, que también fue duro, el cuerpo le pedía no forzar mucho. En cualquier caso no tuvo molestias. Yo me encontré cargado de nuevo en la pierna derecha, por lo que aproveché en la parte de gradas y subida de bancos para hacerlo suavito a sabiendas que ese tipo de ejercicios, hechos suaves, a mi me vienen bien muscularmente, como de hecho así ha sido.
Ayer viernes descansé, saliéndome una semana con tan sólo 4 sesiones, pero una de ellas competitiva. En total 43 kilómetros sin planificación, con los que concluyo la tercera semana "a mi libre albedrío". Pero hoy sábado comienza el nuevo plan que me ha de llevar a mi preparación para las largas distancias.
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