Tras un domingo intenso, que nada ha tenido que ver con el running, me acabo de levantar de la siesta con la esperanza de tener recopiladas un número de fotos suficientes para hacer una crónica del 10.000 de Piedrabuena de ayer lo suficientemente digna, pero he decidido esperar porque no tengo mucho material. En cualquier caso estoy muy contento: seguro que exagero si digo que estoy casi tan contento que cuando logré mis 02:58 de la Maratón de Roma, pero la satisfacción por el objetivo cumplido no tiene por qué ser directamente proporcional a la magnitud del reto, ni siquiera siempre se relaciona con si es un objetivo propio o de un ser querido. Mi mujer ha comenzado a correr, y con ello ha comenzado a sufrir. Ayer fue una carrera dura, pero bajó de la hora, hizo 57:51 y para ella fue una noche muy feliz, y para mi..., pues también.
RELATOS
Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.
domingo, 23 de junio de 2013
LAS METAS SON METAS SEAN DEL CALIBRE QUE SEAN
Publicado por
JAVIER AYUSO
en
18:37
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