Tras la negra experiencia del sábado me costó convencerme de salir el domingo. Además la piernas me molestaba demasiado como para poder correr sin sufrir. Así que fue una de esas sesiones que una vez hecha uno no sabe para qué ha servido. Quizá sea fruto del empecinamiento que los corredores populares tenemos con esto de tener que correr sí o sí. Para cubrirme del dolor corrí muy suave, e hice hincapié en forzar tobillos y gemelos. Me salió un entreno de casi 14 kilómetros y medio hechos por la zona de la Ermita de la Virgen del Peral, regresando por el Carril del Yeso. Al ritmo al que fui se me hizo eterna la sesión, y huelga decir que no disfruté nada.
RELATOS
Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.
domingo, 17 de diciembre de 2017
DOMINGO 10: APESADUMBRADO CUESTA CORRER
Publicado por
JAVIER AYUSO
en
21:53
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Etiquetas:
ENTRENAMIENTOS
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