El sábado, camiseta de tirantes atada en el pantalón, sin agua y sin otro tipo de complemento que mis zapas y mis piernas, me fui a eso de las 11 de la mañana a realizar mi última tirada seria antes de la Madrid-Segovia de dentro de una semana. A un ritmo medio de 5´20´´ aproximadamente me fui acercando a la Sierra del Peral, de forma que cuando llegué a la falda y iba bastante falto de agua por el calor, pero no tanto como para preocuparme, se trataba de entrenar la carrera en esas horas del día con más de 26 grados y encima teniendo que subir una cuesta pronunciada. En esta ocasión me esperaba una subida de +200 metros en unos 2 kilómetros. Lo hice con peores sensaciones de las esperadas pero eso sí, llegué al punto de retorno antes de lo esperado, no se me hizo muy pesado. Bajé sin forzar, no fuéramos a tener un susto, y me dirigí al Peral casi campo a través, entre piedras y terreno arado donde me jugué los tobillos. Pronto alcancé el camino y en nada llegué a la fuente de la pradera del paraje mencionado. Allí me refresqué un poco y sin mucha demora regresé a casa, sin incidencias. Le faltaron 100 metros a los 20 kilómetros, hecho en 1 hora 50 y al terminar sentí que ya no había vuelta atrás: nada que hacer para mejorar mi competencia (como dirían en Sudamérica), nada que arriesgar ya, "el pescado vendido" que dice el compendio castellano.
RELATOS
Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.
domingo, 14 de septiembre de 2014
SÁBADO 13: A SUBIR LOS MOLINOS QUERIDO SANCHO
Publicado por
JAVIER AYUSO
en
11:05
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Etiquetas:
ENTRENAMIENTOS
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