RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 25 de enero de 2014

VIERNES 24: TERMINANDO LA SEMANA CON 114 KMS

Había que rematar la faena, en la que por fin ha sido "mi semana", en la cual he recuperado sensaciones de hace ya bastantes meses, y siendo consciente de los riesgos, he aumentado mucho el kilometraje para llegar a los 114 kilómetros en 7 sesiones seguidas que suponen un récord personal de acumulado de distancia. La intuición me guía hacia eso: carga de kilómetros, mucho cuidado con la intensidad y algunos rodajes de ritmo "cansino" a prácticamente 6´el kilómetro. Esa fue la fórmula que me llevó a coger un estado de forma que esta por ver si voy a recuperar en esta o en futuras planificaciones. El caso es que las piernas responden, y responden como deben hacerlo, estando cansadas pero pidiendo "guerra", con cosquilleos constantes. El organismo también responde: en unos días he perdido un kilo y pico de peso, pero en pos de líquidos, ya que me siento más fibrado, más duro. Ahora estoy en 59 kilos largos, con mi 173 centímetros (digamos que estoy en la frontera donde bajar más sería contraproducente por la relación ideal de músculo sobre masa corporal. 

Ya va estando hecho lo más difícil, y a un mes de la maratón, se puede decir que me queda otra semana como esta, quizá con una pizca menos de carga kilométrica, otra semana fuerte, pero menos, y de ahí bajo de kilómetros para que las dos últimas semanas, y sobre todo, en los últimos cuatro días, mi cuerpo pueda descansar. Podéis pensar que es una brutalidad no descansar, pero yo realmente sí lo hago, ya que intercalo sesiones suaves con más intensas. Otros runners se van a nadar, hacen bici, andan o simplemente descansan, yo corro muy suave y eso mi cuerpo me lo agradece.

El único riesgo que siento que corro al hacer esto es el de lesionarme, pero no me ocurrió entonces. Intuyo que el 2013 ha sido un año con demasiadas incidencias en forma de molestias e incluso de lesiones, y justo ahora que estoy entrenando más que nunca es cuando me siento mejor y con menos molestias. Probablemente se haya tratado de las zapatillas; y es que dar con el calzado adecuado cuando la carga de trabajo es considerable puede ser la clave para seguir adelante o, por el contrario, caer lesionado.

Ayer viernes costó, pero fue más bien una barrera psicológica. Los viernes son así, el último día de mi semana planificada, los sábados toca tirada larga, por lo que siempre andas con reservas a la hora de forzar, y para colmo, esta semana era la de rematar con un montón de kilómetros. Me calcé las Adidas Kanadia con las que tengo una relación de amor-odio, porque con ellas no me lesiono pero no me gustan las sensaciones que me dejan al correr, y además son muy lentas (son de trail). Fui al parque, allí dí tres vueltas y desde ahí me fui por la Carretera de Daimiel a un ritmo de 6´que aburría a cualquiera. Regresé por el carreterín que lleva al Polígono Industrial y al llegar me sentí feliz de poder haber completado mi pequeño reto: 114 kilómetros (la anterior marca era de 110 allá por octubre de 2012). Estiré y comprobé una vez más que no tenía molestias de ningún tipo. 

Ahora viene algo que siempre me resulta difícil, volver a comenzar otra semana con la tirada larga. Lo que ocurre es que en esta ocasión estoy meditando si hacerla en doble sesión, haciendo menos kilómetros esta mañana y saliendo un ratín por la tarde para soltar.


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