Nada
es nada, ni siquiera un poco de algo. Me despierto entre sudores en
mitad de la madrugada y compruebo que he tenido una pesadilla. Recuerdo
que en mi sueño yo no me encontraba en ningún lugar ni tan siquiera era
algo concreto, nadie me veía porque nadie había, no había nadie ni
nada y ante mi se mostraba una eternidad de inexistencia. Con la
sensación de ser un alma deambulando por este mundo en busca de gramos
de vida me calzo las zapatillas y me abrigo bien; son poco más de las 5
de la madrugada y había proyectado correr esa mañana pero desde luego
no a esas horas; pienso que salir ahora me ayudará a desbloquear mi
mente de mi terrible experiencia nocturna. Tomo el camino de ida
resignado como si me infringiese un autocastigo pero una vez puesto en
faenacambia la perspectiva del asunto y pronto comienzo a encontrar mil
razones para justificar lo de moverme a través de la oscuridad por
terrenos congelados. La humedad se refleja en el haz de luz del foco y
muestra una estela curiosa que se une a la intermitente nube de vaho
que se libera ante mis ojos a cada exhalación. Estoy muy vivo, justo
allí en este extraño instante haciendo algo impensable antaño; y como
una persona es esencia lo que hace, esto es lo que hago y esto es lo
que soy. Pasan los minutos rápidamente en un entreno que disfruto y
noto que mi cara se arruga al compás de media sonrisa. Acelero y me
abandono a mis sensaciones hasta que en la parte menos pedregosa del
camino apago la luz del frontal y me dejo guiar por la luz de la luna
llena que inunda el espacio lleno de tonos grises. No transcurre mucho
tiempo cuando veo una sombra cruzar volando como un rayo tan solo a
unos metros delante mía. Demasiado grande para ser un ave así que
probablemente se trata de un efecto óptico. Aún así tengo un
pensamiento descabellado: se trata de la muerte que me acecha en la
noche, y es tan absurda la idea que me echo a reir, así que no gasto ni
un segundo más en buscar explicaciones y disfruto del momento.
La
señora se mueve liviana buscando almas estancadas; no quiere dejar que
la luna le siga el rastro, por lo que flota con una determinación
usual en noches como aquella. Pronto siente la presencia de alguien que
se acerca en la oscuridad y se apresura a esconderse. Ante sí ve un
alma brillante, llena de tonos violetas. Está lejos para poder absorber
su ser pero si lo tuviera a un palmo tampoco lo haría puesto que no
está buscando alguien como él, no son su objetivo las almas azuladas.
Una vez que el corredor pasa delante de ella la señora le sigue de
cerca desde el aire, puede olerlo y comprueba que huele a vida. Los
tonos que rodean su frágil cuerpo son destellos de tonos azules y
malvas. Ella sabe que el mortal girará su cabeza de un momento a otro,
siempre lo hacen, así que despliega sus alas y desaparece.
Entre
zancada y zancada, entre jadeo y jadeo, siento la presencia de
alguien, así que giro la cabeza para comprobar que estoy solo.
Efectivamente, allí no hay nadie más que un loco corriendo en la
oscuridad. Sin embargo un escalofrío recorre mi columna y vuelve a mi
la idea de la nada y el malestar de mi pesadilla regresa multiplicado
por dos. Enciendo el foco a pesar de que la luz del reflejo lunar
muestra el terreno, pero con este acto me siento más seguro y sigo mi
carrera deseando llegar pronto a casa. Una vez en mi hogar me siento
seguro, como si hubiera escapado de algo amenazante. Cuando entro en la
ducha y disfruto del agua caliente sobre mi piel, me siento muy vivo,
como en las antipodas de la nada.
Javier, "estas de vuelta" y me alegro.
ResponderEliminarBuen relato, algo complejo, pero creo que es el reflejo una época reciente que ha quedado atrás.
Saludos, Emilio.
Gracias Emilio, sí, estoy de vuelta, pero en realidad nunca me fui. Espero que lleves bien tus entrenos. Ahora entro en tu blog
EliminarMe alegro de que asi sea.
EliminarMis entrenos no van mal, espero llegar bien a Malaga. Hoy estuve cerca de tu pueblo, pase por Daimiel, estuve cazando en el Valle de Alcudia.
Saludos, Emilio.