Llego el tan esperado sábado y no tuve que madrugar. Me levanté a las 10 horas con una emoción inusitada: disponía de tiempo para hacer cosas, y no estaba obligado a tomármelo con prisas. Decidí regalarme la mañana, eso sí, la ocupé escribiendo en este blog y trabajando. Después de comer un buen plato de pasta en casa, nos fuimos de compras, sin duda lo peor del día, y tras esto me he ido a correr. Justo al salir ha comenzado a llover, pero no era desagradable, porque no hacía mucho frío, así que he decidido seguir sin ropa de abrigo. Poco después ha dejado de caer agua pero el ambiente era fresquito. He cogido el Camino de Membrilla a buen ritmo, casi por debajo de 5´, con la idea de que tengo que ir acostumbrando a mis piernas a cambiar el chip, que ya no están para correr larguísimas distancias. La verdad es que no me ha costado mucho, y he ido cogiendo ritmo. Lo peor, sin duda, lo desagradable que se hace correr de noche con la luz del frontal por caminos irregulares. Después he regresado por el Camino del Peral donde he incrementado el ritmo y me he sentido bien, a pesar de las cuestas del carril bici. Finalmente he hecho 10.400 metros en 50´ que no es un mal comienzo. a 4´50´´ de media. Al legar a casa he estirado convenientemente. Todo bien.
Con este entreno comienza oficialmente el plan específico de sólo 10 semanas para el día D, la Maratón de Málaga. Solo dispongo de dos meses y medio para ponerme a tono, y no sé si me va a dar tiempo.
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