¡Madrugar, madrugar!,
Eso hice. Últimamente es como si mi organismo se hubiera adaptado a su nuevo ritmo, y no me encuentro tan cansado, ni tan siquiera por las mañanas. Pero sí es cierto que me levanto con ciertas dificultades, pensando que estaría mejor en la cama. En cuanto afloran ese tipo de dudas trato de no darle muchas vueltas y vestirme rápido para no echarme atrás y volverme a meter en la cama. En esta ocasión fui despacito y sin ganas por los cerros de detrás del Ángel, a un ritmo cansino, de más de 6´el kilómetro, con la idea de descargar la calidad del día anterior. Cuando llegué al último cruce de caminos tiré hacia la Salida del Peral y justo por ahí me alcanzó un runner que suele frecuentar el parque, cuyo nombre no recuerdo ahora mismo, y fuimos charlando, aunque también aumentamos considerablemente el ritmo. Comprobé cómo me desperecé rápidamente, y es que es lo que tiene entrenar solo.
No estuvo mal del todo teniendo en cuenta el propósito del entreno, descargar muscularmente.
Algo más de 10 kilómetros en 1 hora justa.
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