El jueves tocó hacer una pequeña prueba antes del entreno oficial que realizaré mañana sábado en Cercedilla hasta Segovia (38 kilómetros). Ayer no tenía que impartir clase, por lo que tenía más huecos para poder entrenar, y por ello salí a correr por la tarde antes de anochecer. Llené mi mochila de hidratación con agua, un poco de isotónica y hielo, y me ajuste los tirantes todo lo mejor que pude, para que no me molestara. Nada más comenzar comprobé como no tiene nada que ver con salir a correr por las mañanas; y es que el calor te fastidia sí o sí. Además, no me acostumbro a correr con la mochila, pero ¡es lo que hay!. No sabía dónde y cómo colocar el tubito por donde se bebe, y sentía como si se me fueran a bajar los tirantes. El caso es que a un ritmo ligeramente inferior a 6´el kilómetros, y algo pesado en mis sensaciones, fui por el Camino del Bajo Peral hacia lo que yo llamo la Vega. Cuando hube llegado a la misma, con unos 4 minutos de retraso respecto al crono que suelo hacer a un ritmo normal, giré por el camino que me lleva al Peral. Cada kilómetro aproximadamente tomaba varios sorbos de agua, aunque he descubierto que los primeros mejor es escupirlos porque salen bastante calientes. Llegué al paraje comentado y subí por un camino que me lleva a la Carretera de San Carlos para luego desviar por otro que me lleva al Paraje de las Aguas. Notaba como cuando bebía recuperaba sensaciones al instante, síntoma de que el problema en estas salidas parte de la temperatura ambiente. El último tercio de la tirada fue más agradable, porque el sol se puso y la mochila pesaba menos por el líquido consumido. Sin ir cansado sí que es cierto que se me hizo algo pesado, y sin más historias llegué a casa en 1 hora y 31 minutos para 15.400 metros recorridos, prácticamente a algo más de 5´50´´ el kilómetro.
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