El hombre diminuto se sintió crecer con aquel atardecer y el agua salada que emanó de la fuente de sus sentimientos hizo que su cara se humedeciera. Una voz le estaba hablando sin decirle nada, y entre tanto su alma se había desperezado por fin comunicando cosas sin sentido aturdida por tanta inusitada actividad. La vida le inundó y quiso congelar aquel instante, antes de que vinieran estancos vacíos de tiempo a llenar su espacio hueco.
La carga de aquella larga
y aburrida secuencia de días, llenos de actos repetitivos, era el único resumen
que demostraba que aquel hombre había pasado por ese mundo. Es esa historia
interior que invita a no ser contada, aunque tampoco haya nadie esperando a
escucharla, hasta que más pronto que tarde la desidia y la rutina aprenden a
mezclarse con el frío del invierno secuestrándote hasta llevarte a la más
absoluta de las ausencias.
El hombre pequeñito se
hizo grande junto a esos tonos anaranjados y malvas. Aquella maravillosa
soledad despertaba tantas cosas en él, que temió que el sol se ocultase tras
aquella línea irreal, pese a que no hubiera más remedio de que esto sucediese.
La armonía tenía los segundos contados, sin embargo el ritmo de su zancada
quedó grabado entre las flores y los insectos, en un lienzo para su recuerdo.
Conocía muchos tipos de
llantos: huecos, profundos, ansiosos, ahogados y desesperados; toda una amplia
variedad con la que tratar de expulsar de sí su amarga existencia, pero este
llanto, comedido y espontáneo, era totalmente nuevo para él. Era el llanto del
reconocimiento de su devenir por este mundo…
El astro rey acabó
yéndose, y con su huida apareció la oscuridad, la cual invadió su transitar.
Tomó rumbo a casa, pero algo había sucedido, ya nada sería igual…
Maravilloso Javier. La combinación de tu relato y "Grat expectations" de Elbo ha sido perfecta.
ResponderEliminarEs una bonita contradicción que existan sensaciones de armonía con "los segundos contados" que queden grabadas en nosotros para siempre. Y que las haya detrás de un acto tan sencillo como correr las hace más bonitas todavía. No es de extrañar que con ellas el hombre diminuto se haga grande. ¿Como no iba a hacerlo?
Ups...el teclado me jugó una mala pasada...Quise decir "Great expectations" de Elbow
EliminarGracias Yolanda,
ResponderEliminarTu entrada se merecía, al menos, una reflexión, y por ello reflexioné y escribí. Me has pillado perfeccionándola, porque siempre me ocurre que una vez escrita le saco pegas y me toca modficarla cuatro o cinco veces al menos. Sigue realizando entradas así, llenarás tu blog de seguidores ávidos de leer un poco de magia entre tanto sinsentido
Leyendo mi comentario he pensado: Javi, igual tienes que matizar lo de "entre tanto sinsentido". No me refiero a sinsentido en tu blog, sino a sinsentido en este mundo.
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