Otro viernes más de esos de mi ERE temporal. Algo bueno tenía que tener eso de los expedientes de regulación de empleo, que te queda tiempo libre. Dejé a la niña en la guardería y me fui a casa a cambiarme, no sin antes revisar, como cada día (deformación profesional por ser economista), la últimamente tan temida prima de riesgo. Pude baticinar que hoy sobrepasaría los 600, como finalmente así ha sido y pensé que el desastre en el que estamos todos inmersos no puede hacer que yo deje de correr. Por ello, me puse los bartulos de batalla y me fui derecho a la pista de atletismo, a casi calcar el entreno de justamente el viernes de la semana anterior. Hice un circuito con gradas, sumando un total de 34 minutos de trote, con buenas sensaciones, y después busqué un cacho de sombra en la pista donde poder realizar dos circuitos oberón. Nunca antes había conseguido, quizá porque no me había puesto, terminar dos de estos circuitillos, y el que más pesó fue el primero. Al terminar me fui un poco deshecho y deshidratado a casa, pero todo muy bien asimilado, salvo lo de la prima de riesgo, claro. También cero molestias, salvo lo de la prima de riesgo...
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