Totalmente perdido, así ando, hacia ninguna parte. Comienza un nuevo año y no recuerdo inicio tan falto de metas en lo que a mi hobby se refiere. Tras el autoreseteo al que me sometí hace unos días, me he quedado como nuevo en lo que a presión se refiere, pero también me he llenado de desmotivación, sin miras en el calendario.
Pero sigo queriendo correr, no puedo parar. Así que ayer lunes, tras un desayuno potente en Cabra, regresamos a Linares justo a la hora de comer. Decidí no comer nada, tan sólo un café, ya que estaba bien recargado de hidratos y grasas, por razones obvias. Me calcé las zapas y me fui a hacer un circuito iniciando por la Calle de Finlandia, que es un camino que lleva a la Estación de Linares, y la verdad es que iba contento sin molestias en los isquios, sintiendo nuevamente como si estuviese recibiendo un premio. Inicié la vuelta por la vía verde, ya subiendo, y cuando llegué al kilómetro 3 subí por la pendiente del camino embarrado que termina en el Camino de Vilches. La sesión no estaba siendo como para tirar cohetes, pero al menos iba sin molestias. Por el citado camino más de lo mismo, mucho barro, trabajo de fuerza, hasta que llegué a casa de mis suegros con la sensación de no hacer corrido, para lo bueno y para lo malo (no llegué cansado), eso sí, había hecho casi 11 kilómetros.
Un rato después regresábamos a casa y dábamos oficialmente por iniciado este nuevo curso que comienza, este 2018, que me temo que no traerá grandes noticias a contar en este blog, al menos en lo que a mi respecta.
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