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sábado, 28 de septiembre de 2013

TODOS NECESITAMOS TENER ESPERANZA

Esperanza y sueños están relacionados, y eso lo sabe muy bien un corredor popular. En nuestro tránsito por esta vida llega un momento en el que o te mueves o te mueres y si tienes un poco de suerte si das con esta PRECIOSA AFICIÓN que es avanzar sin mirar atrás. Bendito fue el día que se me metió en las venas, porque ya no deja de correr por ellas esa droga, mientras yo corro con mis piernas. 

Esta entrada va a ser muy desordenada, ya os lo anticipo, porque quiere servir para expresar como me siento, quiere hablar también de la Madrid-Segovia del otro día, también deseo agradecer a mucha gente, y sobre todo necesito plasmar lo que busco y espero. Hoy es sábado, ¡qué alegría!. Os he dicho una y mil veces que estoy estresado y trato de llevar lo mejor posible el hecho de compaginar todo mi agobio buscando ratos para correr, esa es mi realidad. Pero hoy estoy aquí arriba en mi buhardilla, los míos están en la planta segunda, a unos pocos metros, tengo mucho tiempo, todo el fin de semana, para hacer un montón de cosas, y una de ellas es escribir esta entrada, porque si no la he escrito antes ha sido debido a que el tiempo es mi enemigo últimamente, y llena el calendario de obligaciones que son cuchillos en mi atareada mente y en mi exhausto cuerpo. 

Estoy pletórico, tengo ganas de correr, Mercedes me anima a probar el año de viene en la Madrid-Segovia, y a buen seguro que allí estaré si algún motivo de fuerza mayor no lo impide, pero antes tengo que centrarme en otros retos: la Media de Alcázar de San Juan de la semana que viene, la de Benidorm de finales de noviembre y la Maratón de Málaga de diciembre. Ahora toca ponerse las pilas y aplicarse para correr rápido. ¡Fuera mochila de hidratación, fuera complementos de ultrafondo!, os echaré de menos pero pronto volveremos a correr juntos. 

Al comienzo del año me planteé como objetivo bajar de las tres horas y lo conseguí. Luego busqué llegar a las 02:50 y hoy, pensándolo, creo que casi da igual, estoy más que satisfecho con lo realizado en 2013. No he parado de correr, no he tenido descanso, pero no estoy cansado por ello. Conseguí mi reto en maratón, hice una marca en media que para mi hubiera sido inalcanzable meses atrás, y creo que hubiera completado la Madrid-Segovia si no hubiera sido por mi desorganización y mi estrés. Ahora las dos medias y la maratón que me quedan deberían ser un premio que no me suponga más presión de la que ya tengo en mi vida laboral. 

Que deciros de Mercedes, me encanta comprobar como se ha enganchado. Lástima que la pobre no pueda sacar tiempo para salir a correr más, pero es que mi agenda afecta a la suya porque ya no puedo ayudarle en las tareas domésticas. Me está prometiendo, sin decírmelo, que algún día correrá una maratón conmigo, y yo la llevaré a la meta y compartiré su sufrimiento. Por lo pronto ya piensa en su primer media, pero eso es el futuro, y es ilusionante. ¡Ya no podemos parar! 

Esto, esto que tengo en mis manos, no ha sido sólo fruto de mi esfuerzo, sino que ha sido también debido al apoyo de mucha gente. Este blog ya ha hablado mucho de ello, me sirve de portavoz, y a través de él recojo vuestro apoyo. He conocido gente tan estupenda, tan pura, tan genial, en estos meses, que es con lo que me voy a quedar cuando sea viejo y ya no pueda correr. No hablamos de que el running sea una forma de vivir, es SIMPLEMENTE VIDA. 

Y como va todo desordenado, en un CAJÓN DE SASTRE, aquí os pongo una fotos de mi pequeño "desastre" en los 102 kilómetros de la Madrid-Segovia. Sin Alberto Menchero no me habría metido en este bendito lío, y ahora tengo una nueva droga más dura en mi sangre, la del ultrafondo. Y es que lo que se siente en una prueba como esta es muy especial, incluso aunque fracases.

En el aparthotel de Madrid no era un momento cualquiera, era muy emocionante:



En la ermita de Colmenar Viejo, Juan Mudarra y yo íbamos todo conectados hacia el punto de control. Ni siquiera me paré a dar un beso a mi mujer, y ahora me arrepiento




En el punto de control de Manzanares el Real, con una maratón en nuestras piernas, comí y bebí, pero no caí en tomar más sales minerales. Juan, mi primo, me dio ibuprofeno y al rato se me fueron todos los dolorcillos



Había que estirar, que quedaba aún mucho


Pero también había que posar con mi Merche


Alberto y Javier Romero llegaron a ese punto después, y aquí los veis recargándose las pilas con la pasta que allí nos dieron


Después de un suplicio en el control de la Barranca, donde los calambres no me dejaban continuar a pesar de encontrarme muy bien físicamente, llegué 2 horas después de lo previsto a Cercedilla, kilómetro 64,5. Y llegué animado y con fuerzas porque en ese momento no tenía "rampas", pero...


Tras fichar...


Comer un poco de paella y beber Coca-Cola..



Volvieron los calambres, y a lo bestia, aunque aquí esté disimulando...



En esta otra foto no puedo disimular. No había forma ni de sentarme, tumbarme, andar, nada, tan sólo podía estar en la postura que veis y esperar a que se fueran fruto del efecto de los plátanos, no así de las sales, porque allí no había.


Tras retirarme, muy a mi pesar, fuimos a Segovia, gracias a lo logística facilitada por Eli (la hermana de Alberto) y el resto de acompañantes (entre ellas su madre y un montón de amigas). Una hora y media después de haber comenzado el segundo episodio de calambres, éstos se fueron. Allí pudimos ver corredores/as valerosos/as alcanzar su sueño, charlamos con mucha gente y no desaprovechamos la ocasión para echarnos unas fotos, donde se ve me ve muy bien, pero es que os aseguro que no me dolía nada, ni me dolió en los días siguientes (tan sólo agujetas en los gemelos, donde atacaron los calambres).





Y esta fue resumida, la aventura de la Madrid-Segovia. Para otros fue un suplicio pero la terminaron, como por ejemplo Alberto Menchero y Javier Romero, que cumplieron su reto pero antes sufrieron con un pundonor tremendo. Juan Mudarra rebajó su marca en casi 2 horas y me dio mucha envidia. Yolanda "La Pingüina Veloz", nos deleitó consiguiendo a la tercera cumplir su reto: "Operación Cenicienta", consistente en acabar la prueba antes de las 12, antes de que la carroza se convirtiera en calabaza. Las dos ediciones anteriores corrió como una heroína, pero en esta ocasión, además ¡consiguió su sueño!

A lo largo de esa noche a través del móvil y en los días siguientes, a través de este humilde blog y de facebook, he recibido un montón de muestras de cariño y de ánimo. Estoy pletórico por ello. Gracias a todos, no os voy a volver a enumerar para que me digáis cansino. Podéis contar conmigo porque yo ya cuento con vosotros





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