El viernes previo volvió a ser una locura. Fue lo que yo llamo mi Madrid-Segovia particular, de mi día a día. Todo el día trabajando, y luego por la noche salimos desde Ciudad Real capital Mercedes y yo a Madrid. Llegamos al hotel, que estaba cerca de Plaza Castilla a casi las dos, y apenas me dio tiempo a preparar nada; simplemente llegué y caí rendido en la cama. A las 6 y media sonó el despertador del móvil y me puse la ropa para la ocasión, bajando a desayunar sin más dilación. No estaba nada nada nervioso y tenía ganas de que comenzase la aventura. A eso de las 07:25 salía por la puerta del hotel caminando hacia Plaza Castilla y al llegar pude comprobar el ambiente. Encontré a Alberto, Sergio y Javier, y me dieron mi bolsa de corredor, con el dorsal y el chip. A su vez dejé las dos mochilas que llevaría la organización a Cercedilla y a Segovia, para ayudar a la logística. Para más emoción, apareció Emilio Diaz, un buen amigo, para echarnos unas fotos antes de la salida.
Ya estaba todo dispuesto para comenzar y no tenía ni idea de que estrategia seguir.
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