Mi recuperación tras los 35 kilómetros del sábado fue sorprendente, más rápida y mejor que la de la semana anterior. Esto puede significar que he dado un paso hacia adelante. Había quedado con Alberto para hacer una tirada más o menos larga, aprovechando que se pasaba por Valdepeñas, pero finalmente no pudo ser, porque llegó a mi pueblo demasiado tarde, así que a eso de las 8 de la tarde, con un calor espantoso que rondaba los 34 grados, me fui a correr con mi nueva mochila de hidratación Quechua. Nada más ponérmela y ajustármela comprobé que no tenía nada que ver con la Mckinley, mucho mejor sin duda. Comencé a correr dirección a la Vega del Peral y la mochila ni se canteaba y me daba mucha libertad de movimiento. Era capaz de beber por el tubito con suma facilidad y enseguida me puse a coger ritmo, porque las piernas iban bien, a pesar del calor. Llegué a la Vega en menos de 32 minutos, es decir, a 5´20´´, y subí por el camino que llega al Carreterín o Camino Carretas, para ir hacia la derecha hasta cruzar la Carretera de La Solana. Crucé ésta y seguí por el camino, ya de tierra hasta llegar al Paraje del Peral por la parte alta. Después cogí un camino hacia el Paraje de las Aguas. El sol apretaba e iba hidratándome constantemente y mojándome la cara. Cuando llegué a las Aguas cambié rápidamente el agua de la bolsa, reponiendo con líquido más fresco, de la fuente y mojándome bien la gorra. Las sensaciones cambiaron automáticamente y fui más cómodo, comoquiera que iba mucho más fresquito. En cuanto el ritmo, lo mantuvo todo el rato. Desde las aguas cogí la Carretera de San Carlos del Valle sentido Valdepeñas y luego subí por un camino que me llevó finalmente al Camino del Peral. Hice 1 hora y 23 minutos y 15.600 metros, a una media de 5´25´´ aproximadamente
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