El lunes le perdoné la vida a Mercedes y la dejé durmiendo. Me fuí demasiado tarde en otro día bastante caluroso y pegagoso por la humedad. Me costó entrar en faena, no me carburaba el motor, pero fui cogiendo poco a poco la onda. Me adentré por un camino paralelo a las calas y luego subí al carreterín asfaltado para luego coger la gran urbanización que en gran medida está sin edificar y que me regresaba al camino de vuelta a Peñíscola. En la segunda parte del recorrido pasé mucho calor pero al menos las piernas ya funcionaban y pude completar un buen entreno de 11 kilómetros.
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