Entrábamos en febrero, yo sin muchas ilusiones y ella totalmente preparada para la que tenga que venir. Aquella noche ella se fue a hacer un poco elíptica y de cinta al gimnasio mientras yo me marqué un entreno de once kilómetros y medio comenzando por el Camino de Membrilla y terminando por el Carril del Yeso. De nuevo fue en forma de interval. Encontré las mejores sensaciones desde hacía muchos días.
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