Aquel domingo de hace 15 días (y es que no me he podido dejarme caer por aquí hasta hoy) Merche y yo estábamos expectantes por el trail que teníamos a la semana siguiente en Onil, así que la motivación nos invitó a salir a correr por la tarde, ya cuando el Sol iba haciendo las maletas un día más. Hicimos el tan traido y llevado circuito de la Vega, que así quedó bautizado hace ya algunos años y como veía a Merche bien, fuerte y segura, a algo menos de 3 kilómetros del pueblo desviamos hacia el Cerro del Ángel y tras coger el camino que lleva a los cerrillos de detrás nos pusimos a ascender campo a través, bregando con las maleza y las piedras. No se me ocurría mejor manera de seguir estrenando traileramente sus Saucony Peregrine, y a pesar del buen calzado que llevaba mi mujer no pudo evitar quejarse, sobre todo de rozarse y pincharse con las plantas silvestre de la primavera. Pero llegamos a lo alto y todo cambio cuando se abrió el camino y bajamos por él hasta llegar a la vía de servicio, y de ahí a casa en un entreno de unos 15 kilómetros que resultó una buena actividad para cerrar aquella jornada dominical.
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