Ante mí el miércoles y el jueves, sinónimo de esfuerzo. El miércoles me encontré cansado desde el momento en el que me levante por la mañana y pensé que iba a ser difícil afrontar las siguientes horas; no me equivoqué. A las 14:10 salía con el mínimo de ropa porque hacía bastante calor. Quería cambiar y en lugar de ir por caminos decidí ir por la zona del polígono y de la autovía AIV, bordeando Manzanares, así que cumpliendo una especie de penitencia (la que nos lleva a hacer algo sin un motivo de peso a ojos de los demás pero como una obligación ineludible a los nuestros) fui cumpliendo el entreno con pesadez, con falta de ganas y sin hallar un ápice ni siquiera de sensaciones neutras (todas fueron malas). Se me hizo una tortura aguantar los 11 kilómetros, lentos 11 kilómetros, que cubrí a unos 25 grados de temperatura. Cumplí mi condena, eso sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario