Comenzaba la semana laboral con un día que odio: el lunes. Lo odio por razones obvia que casi todos los mortales conocen, pero además lo odio porque es de esos días en los que sé que no regresaré a casa hasta casi las 23 horas después de no parar. Para colmo a las 13:45 horas se ponía a llover copiosamente y yo no tengo otro hueco para realizar mis entrenos que la escasa hora y media de descanso laboral en Manzanares. Así que ganándole la batalla al mal tiempo me puse el cortavientos y salí a corretear. Las expectativas eran bajas: hacer un entreno suavito, y si podía ser breve también, pero a pesar de ponerme chorreando nada más dar las primeras zancadas, me encontraba muy suelto y eso provocó que comenzase a disfrutar desde el inicio. Así que alargué el entreno yéndome por el Camino de Manzanares, que une esta población con Membrilla, pasé por la pista de atletismo donde corre entre otro mi amigo Kino y regresé por la carretera nacional, totalmente empapado, con los pies nadando en las zapatillas. Pesé a la incesante lluvia disfrute como hacía mucho tiempo de un entreno en solitario, con cero molestias, sintiéndome suelto, con lo especial que tiene la lluvia, que a algunos nos gusta aunque nos dé pereza ponernos a correr cuando cae. 10,6 kilómetros hechos a buen ritmo, sobre todo en algunas fases. Un entreno que no querría olvidar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario