El palo recibido en el entreno del día anterior no ayudó mucho a mejorar mi motivación. Pese a estar en plenas vacaciones navideñas y contar con más tiempo para así elegir el momento en el que salir a correr, el hecho de no tener ganas de hacerlo convirtió en esa sesión en una auténtica y desagradable obligación. Salí al mediodía a realizar unos 10 kilómetros, y aunque quería meter un poquito de ritmo, las molestias no me dejaban y tampoco tenía la fuerza física y moral como para forzar la situación. Así que hice sin más el recorrido en un entreno gris.
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