Estupendo mes de julio el que me ha salido. Nunca en los cuatro años anteriores había conseguido sacar tanto fruto a este mes como en esta ocasión. Han sido los retos propuestos los que me han llevado a no relajarme ni un ápice, en una época del año en la que en mi tierra cuesta horrores salir a correr. El jueves rematé la semana con una "Mercedes Session" tras la cena, dicho en plata: salir a correr muy de noche con mi señora. Pronto descubrí dos cosas: que hacía bastante calor esa noche y que mi mujer iba más a gusto que yo, ya que me sentía mareado por haber cenado tanto. Fuimos por el Camino del Peral para desembocar pronto en un camino hacia el noreste y derivar a otra vía que desconocía (tenía ganas de experimentar cuando el día anterior me había perdido por lo mismo). En esta ocasión no hubo sorpresas y el camino terminó donde sabía que terminaba, a 5 kilómetros de casa cerca de la Carretera de La Solana. Regresamos por el Camino del Peral y desistí de la idea de pasar rodeando los muros del cementerio, porque tenía unas ganas locas de teminar y porque a mi mujer le daba algo de yu-yu. Antes de llegar al carril bici comenzaron los fuegos artificiales propios de la inauguración de la feria, y fuimos estupendos espectadores en movimiento de esa magia. Estuvieron tirando cohetes casi 20 minutos, se nota que el año que viene es año de elecciones, y llegamos a casa cinco minutos después de que se hiciera el silencio. Merche estaba contenta porque sus rodillas se habían portado bien y yo también porque había terminado una fabulosa semana y porque el viernes, al día siguiente, tocaba un merecido descanso.
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