El martes mis piernas seguían siendo dos tablas, muy cargadas y con dolores similares a los de las agujetas. Por la tarde y con la única motivación que supone la necesidad de hacer tus deberes, salimos Mercedes y yo hacia el Camino del Peral, al principio muy suaves, para luego ir progresando, y a partir del minuto 20 comenzamos a realizar cambios de ritmo a razón de 2´30´´ fuertes (conforme a entrenos de mi mujer) y 2´30´´. Fuimos avanzando en un circuito de 10.500 metros, y ella fue quedándose poco a poco sin fuelle debido a lo exigente del interval. Mis piernas fueron entrando en calor y mejoraron aunque al ser un entreno no del todo exigente me sirvió para regenerar. Mercedes llegó a casa con las fuerzas justas pero con la seguridad de que había hecho un muy buen entreno y dimos por zanjada la sesión, eso sí, tras estirar convenientemente.
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