Sin secuelas, ni molestias, como viene siendo, afortunadamente, la tónica en estas últimas semanas, me fui por los caminos del norte de Valdepeñas para rodar un poco antes de alcanzar el Parque Cervantes. Tras unos seis kilómetros y medio recorridos, llegué al susodicho recinto y comencé con dos series de gradas para iniciar cambios de ritmo a razón de 600 metros fuertes y 400 suaves, para volver a iniciar otro ciclo con, de nuevo, las gradas. Las dos primeras series se hicieron más difíciles, y las dos últimas me fueron bastante mejor, recogiendo buenas sensaciones. Tras esto me fui a casa descalentando para completar un entreno de unos 11.500 metros que me dejaron las piernas como se tienen que quedar: cargaditas.
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