Por la noche de nuevo, me puse el foco aún a sabiendas de que la luna llena me permitiría ver sin encenderlo, y así fue. Cogí dirección al Angel, bordeé los cerros de alrededor, cogí el camino perperdicular a la de la membrilla con el fin de acabar llegando a la carretera de La Solana, la cual atravesé y volví por el camino del Peral. Muy pero que muy buen ritmo, sobre todo a partir de la mitad de la sesión. Una distancia de 12 kilómetros y 200 metros hecha en 56 minutos pelados. Buenas sensaciones
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