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domingo, 26 de agosto de 2018

RUTA DEL MAIGMO: CASI NOS METEMOS A ESCALADORES

A una semana vista del reto de la Subida al Veleta, nos tomábamos los cuatro unas minivacaciones de tres días en San Vicente del Raspeig, Alicante. El domingo, aprovechando que teníamos cerquita el Parque Natural de la Sierra del Maigmó y del Sit, cogimos el coche y nos acercamos a la zona de la localidad de Agost, y tras buscar aparcamiento en la vía verde que transcurré por el parque, Merche y yo comenzamos una estupenda pero calurosa ruta de unos 16 kilómetros, que había descargado desde la wikiloc procedente de un grupo senderista. La verdad es que había que ascender al Maigmó, que tenía entendido que era una pared en la parte final; ahora sé que los subestimé viendo las fotos de su ruta.

Iniciamos por la vía verde y enseguida nos encontramos con hasta 4 túneles, alguno de ellos con más de 500 metros de largo, y echamos en falta el frontal, aunque por si acaso llevábamos la linterna del móvil. Tras dejar la vía verde al coger una senda ascendente a la derecha, sabíamos que se había terminado el buen ritmo y tocaba el recorrido más duro. Subimos correteando y andando, como entreno final previo al Veleta, y comenzamos a disfrutar de lo lindo cuando avanzamos por una senda que discurría por un bonito barranco. Pero llegamos a una pista y desde ahí tocó subir y subir, con pendientes en algunos casos que el calor hacían más duras de lo que ya de por sí eran. Alcanzamos lo alto de la pista justo para desviar por una estrecha e incómoda senda que nos llevaría a la cima del Maigmó y todo fue bien hasta que llegamos a una zona de mucha pendiente en la que Merche resbalaba debido, también, al tipo de suelo, con piedra suelta. Costó bastante alcanzar la pared pero lo peor fue cuando llegamos a la misma: delante de nosotros se mostraba una pared casi vertical de unos 10 metros de alto, sin apenas apoyo más allá que unos escalones de alambre que distaban entre sí más de metro y medio. Tocaba escalar y no mirar hacia abajo. Yo comencé hacerlo hasta avanzar hasta la mitad y Merche, bien sabía yo que no lo iba a intentar, era demasiado para ella. Bueno, para ser sincero lo intentó pero estuvimos parados e indecisos unos cuantos minutos sin saber qué hacer, ya que no podíamos con esa pared, la única alternativa era volver sobre nuestros pasos por la bajada que se antojaba peligrosa viendo lo que nos había costado subir debido al terreno. Así que comenzamos a bajar con muchas dificultades y oyendo a Merche maldecir, muchas veces boca arriba apoyada sobre sus manos y sus piernas para no resbalar. Costó Dios y ayuda volver a alcanzar la pista, y algún que otro resbalón y caída, pero una vez alcanzada esta era cuestión de replantear la ruta bajando por el camino. Pronto descubrí que dicha pista llevaba al Balcón de Alicante, el mismo waypoint de la ruta senderista. Esa parte costó un poco debido al calor, y cuando alcanzamos el Balcón de Alicante lo hacíamos ya con mis dos soft flasks vacíos. Desde ahí tocó bajar por una senda muy muy escurridiza donde Merche lo pasó muy mal también y al final alcanzamos la pista, la carreterita y por último la vía verde y el coche en una tirada inolvidable de casi 17 kilómetros.

Cuelgo algunas fotos cortesía del grupo senderista cuya ruta tratamos de realizar, sin éxito, donde se vé la citada pared. Al final van las únicas dos fotos me echó Merche.




















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