El pasado sábado me calzaba las zapatillas con la idea regresar a la dura disciplina de los entrenamientos para una maratón. Sentía el peso de la responsabilidad, el miedo diría yo, y es que cuando uno no está, no está. Realice un circuito por el norte del pueblo bordeando luego hacia el oeste. Me costó coger el ritmo yendo por la vía de servicio de la A4 sentido Madrid, y luego, por el camino irregular que me llevaba al Camino de Membrilla la cosa solo empeoró, porque me sentía cargado, sin soltura. Continué hacia el oeste cogiendo luego el Carril del Yeso sentido norte y por momento sentí cierta mejoría, pero en ningún momento llegué a sentirme bien. Regresé por el Camino Carretas y luego cogí por la Ermitita de la Virgen del Peral, y regresé desde el paraje del mismo nombre a casa por el Camino del Peral. En la última fase, quizá por la clara pendiente negativa, mejoraron algo mis percepciones, pero al llegar a casa no me sentía satisfecho para nada. El ritmo no fue lo peor, probablemente cercano a 5´de media.
Resultaron 18,6 kilómetros.
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