La mente debería guiar al cuerpo y el corazón debería tan sólo servir de acicate. Pero ojo, tus pensamientos y deseos deberían llevar a tus músculos justo allá donde quieres ir, y no al revés, por eso no se debería dejar engañar uno por las emociones porque indirectamente tus músculos serían timados y ya no estarían en buena disposición para seguir las órdenes que les enviases. Pues bien, mis piernas se encuentran bien; estoy comprobando como no necesito un trasplante para volver a correr rápido y que estos viejos músculos aún tienen cosas que decir aunque sea en susurros; tan sólo hay que tratarlos con delicadeza e inteligencia. En cuanto a mi corazón, creo que no está muy agitado, he vivido grandes emociones y también grandes decepciones y mi músculo bravo está en stand-by en plan peón perezoso que no quiere salir a trabajar. Esto último me viene bien porque la razón rige mejor en esta guisa de forma que tan sólo basta con tener cuidado de no salirse de la senda marcada para acercarse donde uno quiere ir....
...Cuando llega el lunes llega el día de la intensidad y eso me suele atemorizar. Mi cabeza tiende a obcecarse dando vueltas y más vueltas a cuestiones como "vas a sufrir esta noche", "quizá no puedas correr más rápido que la semana pasada...". Entonces creo que es el momento de desconectar, no echar el Garmin, no encender el crono e irse calentando suavemente sin prisa, para permitir que el obrero perezoso que es tu pasíón comience a despertar y así vaya sacando a paseo tus piernas. Eso hice: salir suavemente, pero mira usted por donde no necesité más de 150 metros para darme cuenta de que iba suelto y que me apetecía correr más rápido. Me contuve hasta donde pude y poco a poco fui progresando, frente al viento, y lo que horas antes se temía como un suplicio se fue conviertiendo en un disfrute. Pasé por la zona de pinos por donde había corrido el sábado solo y el domingo con mi mujer y regresé por el mismo sitio por donde unas horas antes Merche volvía con las fuerzas justas. Y fue cuando quedaban 6 kilómetros cuando quité el freno de mano y empecé con los cambios de ritmo a razón de 3´fuertes (pero muy fuertes) y 2´suaves (pero no muy suaves). Había puesto a trabajar mi viejo Casio y era hora de medir tiempos, porque ya estaba mentalmente preparado para ello. El viento no molestaba y las piernas respondían ágiles en mitad de la noche y antes de lo esperado e incluso antes de lo deseado pasé por el tanatorio igual que un poseso que huye de la muerte y en nada me puse en casa cuando habían transcurrido 25 minutos y 10 segundos para recorrer 6.100 metros con sus subidas y sus bajadas, pero sobre todo con un interval en el que aún bajando el pistón durante 2 minutos había salido con una media de 4´10´´ cada kilómetro.Aunque no medí el calentamiento, viendo la hora de salida y la de llegada cuajé los 13.100 metros en menos de una hora, a 4´35´´ de media, y lo mejor de todo fueron las piernas que llegaron vivas a mi casa. La sesión de estiramientos fue también muy buena y volví a quedar satisfecho otro lunes más.
Mi corazón me dice que me vacíe en la Media Maratón de Valdepeñas, pero mi cabeza me dice que no, que disfrute corriendo con Mercedes. Necesito rejarme y contenerme, no necesito vaciarme para luego sentir la decepción, así que Valdepeñas puede esperar. Ya vendrán las batallas previas a la maratón de agosto.
Sabia decisión, tan sabia como difícil cuando uno se encuentra bien de forma. Y tus sensaciones de lunes me son familiares, es muy duro entrenar por la noche
ResponderEliminarGracias, me esperaré a marzo o abril para comenzar a competir. Y lo de los lunes y las noches por suerte o por desgracias nos toca a casi tod@s, pero forma parte de la magia
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