El viernes por la tarde-noche salía a correr cabreado, porque hasta entonces sólo llevaba 54 kilómetros, y el viernes era la última sesión. Tan sólo podía cambiar los planes y meter intensidad en un día que no suele estar dedicado a ese tipo de sesiones. Me fui a un ritmo de aproximadamente 5´15´´ por el camino asfaltado que sale del tanatorio viejo y lleva hacia el Este y corrí y corrí aún a sabiendas de que se me hacía de noche y no llevaba frontal. Era conocedor de que a unos 12 kilómetros desde casa había un desvío que me llevaría al Peral pero de esa forma me saldrían 22 kilómetros, demasiados, así que me encomendé un poco a mi sentido de la orientación y en el kilómetro 9 y pico giré a la izquierda por un camino que me sonaba pero no sabía exactamente cuál era. Capeé los toboganes de la zona a buen ritmo y con buenas sensaciones, bajando claramente mi media de 5´el kilómetros y pronto descubrí de qué camino se trataba, el de la Cantera de Horcesa; pasé por la mencionada cantera y pronto pasamos de tierra a asfalto, ya en noche cerrada, pero no venía tráfico; mantuve el ritmo y las buenas sensaciones hasta que alcancé la Carretera de San Carlos del Valle a la altura del Cementerio y de ahí hasta casa. Finalmente 1 hora y 39 minutos en lo que fueron unos muy buenos 19.300 metros y una sesión que me permitió terminar la semana con un buen final.
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