No me gusta madrugar, ya lo sabéis, pero lo hice, más que nada porque no tenía ganas de pasarme el viernes por la noche con el ajetreo del entreno. Me fui al parque a un ritmo lento, y allí dí una vuelta y tras esto comencé a probarme. Actualmente soy un motor diésel, que no hay forma de que tenga reprise, ¡que le voy a hacer!. Me puse a cambiar el ritmo durante unos 750 metros, a eso de un poco más de 4´el kilómetro, y me costaba un poco. De pulsaciones iba bien, no así de soltura. En cualquier caso, la segunda y siguientes series fueron a mejor. Tras cuatro vueltas con dicha frecuencia de cambios dí una vuelta más sin acelerar y luego me fui a casa rodeando para que me salieran los 10 kilómetros que buscaba.
No ha sido un gran entreno de calidad, pero es que mi cuerpo y mi tiempo no dan para más. En cualquier caso, he completado casi 95 kilómetros esta semana, y con la tirada larga del sábado incluida.
Voy a consolarme pensando que todo esfuerzo tiene su recompensa a la vuelta de la esquina. El problema es encontrar dónde está el final de la calle.
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